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Publicado por
MARTÍN MARTÍNEZ
León

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QUERIDO hermano: Un cuarto de siglo; veinticinco años hace que en Astorga y su comarca se preparó la de Dios es Cristo. Fue un 23 de febrero, celebrándose santa Marta, patrona de la ciudad, cuando el bigote de Tejero nos dejó a todos estupefactos y un tanto acojonados . Aquella algarada, más propia del siglo XIX, dejó en la sombra una expropiación de seis mil hectáreas. Era el Teleno que, oficialmente, pasaba a declararse campo de tiro y propiedad del Ministerio de Defensa. Y se armó, hermano, la de Dios es Cristo semanas después cuando pasado el susto del Congreso, hubo noticia cierta de la expropiación que unos rechazaban frontalmente y otros aceptaban como liberación. Comenzaron las manifestaciones lideradas por socialistas conspicuos de la provincia y ponía la nota atrabiliaria un cura de Valdespino pertrechado de sotana y teja. Entre otros muchos, con Pablo Castellanos a la cabeza, andaba Ángel Villalba, quien del 83 al 96 no volvió a abrir la boca; la abrió hace dos años para dar como cerrado el campo y Bono le hizo tragar saliva. Con el tiempo se quedaron solos los maragatos; algún alcalde, y alcaldesa sobre todo, han seguido machaconamente, con una moral digna de encomio y que al final -a las pruebas me remito- van doblegándose. Eso sí, han conseguido la reducción de horas en los ejercicios, han eliminado el tiro nocturno y han salvaguardado los pueblos de los disparos sobre sus cabezas. Ahora, además, han logrado -que ya iba siendo hora- unos buenos centenares de miles de euros cada año, destinados a infraestructuras y otros beneficios para los pueblos afectados. Con todo lo cual aquellas inflas se han ido desinflando. El campo permanecerá, hermano. Y aquí es donde los quiero ver; que ahora deberíamos todos a una exigir la permanencia de los efectivos del cuartel de Santocildes y aumentarlos en lo posible. Tenemos todo el derecho a reclamar ese trato aunque, residualmente, queden esos grupos que en Quintanilla hacen su acampada anual. Porque sí, hermano, ahí los quiero ver después del informe y libro que se titula Zona militar, prohibido el paso . Avalan el escrito gentes que son biólogos, naturalistas, investigadores, ecologistas destacados; nadie pondrá un pero a la defensa de la naturaleza como la realizada por Miguel Delibes de Castro, Joaquín Araujo, Benigno Varillas o Juan Luis Arsuaga con otros ocho profesores de los que nadie dudará de su empeño en este campo y de su contrastada defensa del medio ambiente. Hermano, esa docena de científicos escribe en el libro, que ya te he dicho se titula Zona militar, prohibido el paso : «a pesar de los disparos, detonaciones, marchas castrenses, etc., etc., que perturban la paz de esas zonas, el balance es positivo. Lo percibe su buen número de especies animales que se sienten a salvo de la presión humana civil y buscan refugio en áreas de milicias». Y a mayor abundamiento, añade Delibes: «Algo deben tener los campos militares cuando los naturalistas los rondamos tanto». Resulta, querido, que esas zonas, según sus conclusiones, son ideales para lobos, zorros, conejos, aves varias y otras especies sin especificar. Lo que quiere decir que estas gentes, nada sospechosas de militarismo han calificado el campo de tiro del Teleno como zona ideal para preservar diferentes especies animales. Lo que ya nos habían afirmado mandos del Ralca, a los que creíamos a medias por aquello de su condición castrense. Y ahora, ¿qué harán los detractores del Teleno si sus santones ecologistas lo bendicen? Creo, hermano que es el momento de apretarle las clavijas al ministerio -y al ministro leonés- para liberar lo que sea posible, exigir inversiones y solicitar el aumento de dotación para el Ralca en sustitución de esa rebaja anunciada del grupo de Cañones. Sin contemplaciones. Es el momento.