Diario de León

| Reportaje | Un día de fiesta en Luyego |

Los grandes valores maragatos

Los vecinos rinden homenaje a José Mendaña, que adquirió y donó al pueblo unas casas en ruinas en el acceso a la localidad para que el Ayuntamiento convirtiera el lugar en plaza

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Maite Almanza - luyego
León

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José Mendaña Álvarez tiene 92 años y es natural de Luyego. A los 14 años emigró, como tantos otros, en busca de un futuro mejor. Al principio trabajó sólo a cambio de comida, sin sueldo, pero las cosas mejoraron y a base de mucho esfuerzo, logró hacerse un hueco en el ámbito de la pescadería, que tantos éxitos ha deparado a otros muchos maragatos. Ahora vive en Madrid, pero no sólo no se ha olvidado de su pueblo, al que regresa de vez en cuando, sino que ha querido devolverle algo de la satisfacción que en él ha encontrado durante toda su vida. Así, ni corto ni perezoso, Mendaña adquirió unas casas que se encontraban en ruinas a la entrada de Luyego, y las cedió a la población para que el Ayuntamiento dignificase este acceso. El consistorio invirtió en ello treinta mil euros: derribó las construcciones aunque respetó parte de sus muros que sirven de bancos y de cierre a la plaza; acondicionó el firme; colocó árboles y una fuente; y recuperó la antigua Cruz de los Clavos. El propio Mendaña tenía mucho interés en ello; cuenta que, en su niñez, en dicha plaza había una cruz de madera, que tomaba el citado nombre, ante la que se detenían los vecinos durante los cortejos fúnebres en dirección al cementerio. Ahora la cruz es de piedra, y luce una inscripción alusiva a esta costumbre. Un centenar de vecinos se reunió ayer tarde en torno a Mendaña para agradecerle su gesto. La alcaldesa, Marisa Rodríguez, que lució el traje típico al igual que otras compañeras de corporación y otros asistentes, ensalzó la colaboración de Mendaña y la vinculó con los valores que, tradicionalmente, ha defendido y encarnado el maragato: la generosidad, la solidaridad y la tolerancia. El párroco, Javier Gay, resaltó el cariño que el homenajeado ha mostrado siempre por su pueblo y sus habitantes, y apuntó: «José aquí ha hecho una plaza pero en el corazón de la gente ha hecho un palacio». Mientras, el anciano, con un aspecto envidiable, se confesaba satisfecho de poder ayudar y señalaba que la cantidad que invirtió en esta actuación «no tiene importancia, el pueblo lo necesitaba», al tiempo que la alcaldesa desvelaba que Mendaña había entregado seis mil euros más al consistorio para colaborar con la adecuación de la plaza, y otros responsables locales aseguraban que no era la primera vez que aquél pagaba mejoras en el pueblo. El homenajeado, que viajó expresamente desde Madrid para el acto de ayer, recibió con mucha emoción el afecto de sus convecinos, con los que compartió un vino español y con los que contempló los bailes maragatos, después de descubrir la placa que da su nombre a la plaza.

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