Mujeres de otra madera

CUANDO ESCRIBO ESTO, se conmemora en este país aún llamado España, el 70 aniversario del golpe de estado aquel que terminó con las ilusiones de unos cuantos y nos tuvo sumidos a todos en la mayor de las tristezas conocida. Han pasado, pues, 70 largos años, más de la mitad de los mismos bajo la dictadura de los vencedores sobre los vencidos. Desde la muerte del sátrapa, que nos gobernó despóticamente durante demasiado tiempo, han pasado ya casi 30 años. Con la llegada de la democracia se corrió un tupido velo, así sin más, tratando de que los unos y los otros se olvidaran de que había existido un pasado. Los vencedores, cosa lógica lo admitieron sin más. Los vencidos, tal y como exigía el guión, callaron y aguantaron. Hoy, ya han pasado, como digo, casi 30 años. Algunos piensan que es el momento, sino de reparar lo irreparable, sí de reconocer, que aquellos que continúan en muchos casos enterrados a la orilla de alguna cuneta, o en el peor de los casos quién sabe donde, no eran bandoleros, ni terroristas, ni delincuentes... Eran simple y llanamente personas, algunos defensores de unos ideales y otros obligados por las circunstancias... Pero todos, al menos merecedores de un entierro digno tal como lo tuvieron sus ejecutores, posiblemente con menos méritos para ello. El pasado 3 de julio fallecía una de las voces que, una vez perdido el miedo, se levantó en contra de la ignominia sufrida. Isabel González Losada, luchó hasta su muerte tratando de encontrar los restos de su hermano Eduardo, asesinado en 1937 a la altura de Piedrafita de Babia. Tristemente Isabel se marchó sin haber conseguido su objetivo. Entre tanto, en su pueblo natal, Palacios de Sil, continúan las calles con nombres como Generalísimo, General Sanjurjo. El alcalde, desde hace muchos, demasiados años, del PSOE. Son las ironías que tiene la vida cotidiana. Para mayor vergüenza, los vencedores se sienten ofendidos hoy día porque los vencidos intentan recuperar la memoria de sus muertos. El pasado sábado, en Villablino, otra mujer, hecha de la misma madera que Isabel González Losada, de esa madera que antes se daba en nuestros pueblos y hoy prácticamente está extinguida, Plácida García Gómez, recibía sin grandes axagüeiros el bien recuperado galardón de Lacianiego del Año. Dentro del acto, las intervenciones del alcalde de Villablino, Guillermo Murias, del diputado provincial de Bienestar Social, Agustín García Millán, del presidente de la Asociación Amigos del Valle de Laciana, Víctor del Reguero y del mantenedor del acto, Adán Fena, último merecedor del galardón, resaltaron el altruismo con el que Plácida colabora, desde hace unos cuando años con la Asociación de enfermos de Alzheimer. Digno de resaltar es el gusto con el que los responsables del premio decoraron el escenario donde tuvo lugar la entrega. Al lado de una música adecuada al acto, y de un sencillo acto, resaltaban las cintas que, colocadas al fondo a la izquierda, sutilmente formaban la bandera tricolor. Un silencioso homenaje a aquellos que murieron inocentes en defensa de un ideal, que como el de Plácida García, simplemente significaba solidaridad. Las palabras de Guillermo Murias, resaltando la esperanza en un futuro donde personas como Plácida deberían de tener una importancia fundamental, nos hace tener aún una ligera fe en Laciana y los lacianiegos. Tan solo necesitaríamos que nuestros políticos estuvieran a la altura del pueblo... En la tarde noche del pasado sábado, de regreso a León cruzando Omaña, he respirado una tristeza en el ambiente que se está apoderando de nuestros cada día más envejecidos pueblos. Las tenues luces que dejan los pueblos vacíos en semipenumbra, son la mayor señal de ello...