Diario de León
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MARTÍN MARTÍNEZ
León

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QUERIDO hermano: ¿Fueron los astures o los romanos? Aunque tenían sus buenos sistemas de correo, comprobado está que ni comparación con lo actual. A ellos, en comandita, encargué la última y ya viste. La resaca de los tres días de fiesta motivó el retraso. Quedan perdonados, unos y otros, por el esfuerzo que ponen en sus recreaciones anuales, y nada más que decir. Y si de resacas hablamos, la que se avecina va a ser buena. Incondicionalmente la apoyo; acaba de crearse un plataforma en defensa de nuestras fementidas murallas, cuyo Plan Director no acaba de cuajar y de ver la luz que está haciendo tanta falta como la lluvia que no llega. Habrá que unirse, todos a una, porque de lo contrario estamos dados. Porque ya habrás visto la incongruencia de la Comisión de Patrimonio. Perplejos nos ha dejado, tureletos. Mientras rechaza la propuesta municipal para el cuartel de la Policía Local -acaso con su punto de razón, todo hay que decirlo- obliga a conservar el edificio de Román Crespo que, en su día, asentó sobre la propia muralla haciendo valer el desconcierto de aquellos primeros años del siglo XX y el cacisquismo reinante. No deja de ser un relativo ejemplar arquitectónico de aquella época, producto de un grave error, como fue la venta de ciertos tramos de la muralla a particulares, quienes en beneficio propio bastardearon los nobles muros astorganos. Y en León, hermano, parece que lo de Astorga ni les va ni les viene, no les pone vamos, como se dice ahora. Te refresco la memoria: Año 1968; en un sótano a excavar aparece un lavadero romano con desagüe a la cloaca -también romana- de Manuel Gullón; alguien, éste que te escribe, avisa a la entonces llamada Comisión de Monumentos, organismo que vigilaba estas cuestiones; la respuesta literal: «en Astorga os sobra romano»; y se destruyó. En los años 70, incluso con el empleo de dinamita se destruyeron las termas mayores sin que ello produjera conmoción alguna ni se hiciera caso de las continuadas denuncias; que las hubo, y nadie, absolutamente nadie movió un dedo. Una asociación cultural denunció, en tiempo oportuno, el arrasamiento de la Caja de Reclutas, antiguo Casino, antes Instituto de Segunda Enseñanza, y antes palacio de los Villamil; también esa asociación denunció el desaguisado que se perpetró en la Casa Consitorial con la desaparición de su escalera, las yeserías y la rebaja del salón de sesiones. Se quedó sola. Tal vez, querido, había por entonces otra forma de ver estas cosas. Hoy ha cambiado -a Dios gracias- la sensibilidad de las gentes, y los parámetros culturales son totalmente distintos; lo que no ha cambiado es la actitud de los responsables leoneses, ¿o acaso vallisoletanos?. Mira si no la que se ha montado con ese edificio de la Brecha; o lo de la plaza de los Marqueses y sus aledaños, donde se ha cerrado toda posibilidad de recuperación; por cierto, he visto que la nueva sede de la Comisaría, o mucho me equivoco, invade parte de la acera. Desde luego, hermano, si queremos salvar la muralla, lo que de ella queda, habrá que ponerse manos a la obra; exigir, de inmediato, el Plan Director, y actuar en consecuencia apoyando a esa plataforma que intenta la recuperación de la cerca y la que, por ahora, no tiene visos de carácter político, lo cual es de agradecer; exigir una pronta solución con el Pan Director de las murallas y el Plan General, ya en marcha, y actuar en consecuencia. Como habrá que actuar en esa presunta reducción de efectivos en el cuartel de Santocildes, cuyas consecuencias económicas para la ciudad serán irreversibles; que ya está bastante fastidiada para que la cúpula leonesa nos haga una cópula de tal índole. Seamos reivindicativos; sin concesiones. Disfruta de agosto.

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