Repique de campanas en Villavante

«Oigo sonar las campanas, el encuentro ha empezado ya, si hago buenos repiques, las personas me felicitarán. Cuando toco a alborada, la gente se asomará. Si toco a fiesta grande todos se alegrarán; si repico a fuego tal vez se asustarán y si a concejo llamo la gente se preparará». Éste es el espíritu que durante años ha invadido a los campaneros de toda la provincia y así lo manifestaron ayer en Villavante, en el vigésimo encuentro de campaneros, que siempre se celebra el primer domingo de agosto. Esta jornada está marcada por la hermandad de todos los que comparten esta afición, antiguamente oficio, de tañir campanas. El encuentro está organizado por la Asociación cultural y deportiva Guays y la Escuela de Campaneros y sigue siempre el mismo programa como un tradicional ritual. La jornada comenzó a las 13.00 horas con una misa solemne, la cual se convoca como es tradición con el repique de campanas. Después de ésta, llegó la hora de la esperada inscripción de los campaneros, momento de nervios todos los años puesto que las campanas ven, edición tras edición, reducido el número de sus tañidores. La causa de este descenso de campaneros es la vejez o la enfermedad, por eso desde la organización buscan introducir el placer del badajo entre las personas más jóvenes. El encuentro de campaneros comenzó a las 18.00 horas, momento en el que Villavante se llenó con el repicar de campanas. Tras esto, la fiesta siguió con el Grupo de Bailes Regionales Orbibuena y con la demostración de habilidad de manejo de los pendones. A las 21.30 horas se entregó un recuerdo a los campaneros. La fiesta culminó con la degustación de jamón leonés y vino de la tierra para llenar el buche de los cansados tañidores y con el gran baile a cargo de la orquesta Los Cirolines.