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| Entrevista | Francisco Javier Gay |

«Carecemos de una solución humana para la falta de vocaciones»

El sacerdote, para el que «es una suerte» trabajar con jóvenes, estima que una sociedad tan agresiva como la actual influye en los comportamientos violentos entre los estudiantes

Francisco Javier Gay posa en su despacho, en el rectorado del seminario de Astorga

Publicado por
Maite Almanza - astorga
León

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Nació hace 42 años en Ponferrada y, aunque iba para ingeniero, lleva 18 de sacerdocio, la mayor parte del cual ha permanecido ligado al seminario astorgano en diversos cargos. Desde hace unas semanas es el rector del centro, aunque continúa impartiendo sus clases de Filosofía. El seminario menor reúne a 50 chicos, mientras el mayor suma seis estudiantes. El equipo docente está compuesto por 30 profesores, seis de ellos seglares. -¿Cómo afronta este reto? -Desde un espiritu de disponibilidad y servicio. Cuando te ordenas sacerdote debes mostrar voluntad para enfrentar aquel trabajo desde el que seas más útil. -¿Cuál de sus cargos ha sido el más satisfactorio? -No es una cuestión de preferencia, es como si a una madre le preguntan cuál de sus hijos prefiere. Sin embargo, lo que tiene que ver con las relaciones humanas es lo más cercano, lo más directamente pastoral. -¿Qué es lo mejor del contacto diario con los alumnos? -La oportunidad de escucharlos, de convivir. Este contacto les influye en su formación como personas, aunque en la sociedad actual, menos, porque los chicos tienen otros modelos de referencia con más peso que en épocas pasadas. Los medios de comunicación y la relación con muchachos de su edad hace que tenga menos mportancia el modelo de los padres y profesores. -¿A qué cree que son debidos ciertos comportamientos agresivos de los estudiantes entre sí o con los docentes? -Influyen varios factores, pero sobre todo una sociedad en la que la agresividad está más presente que hace unos años y en más ámbitos que el educativo. Otro motivo es la autoridad: algunos padres y profesores tienen menos recursos para afrontar la situación en la que algunos estudiantes les cuesta seguir unas directrices. La responsabilidad es de todos. -¿Cuál es la solución a la falta de vocaciones religiosas entre los jóvenes? -No tenemos una solución humana, de nosotros no depende la vocación de un joven. Pero tenemos el compromiso de difundir el mensaje de Jesucristo y la esperanza de que la vocación es una llamada, y que Dios no dejará de hacerla. Hoy la convocatoria religiosa tiene menos eco que en épocas pasadas, pero descubrir en las parroquias que aquello para lo que convocamos a la gente tiene valor, reconforta. No dejará de haber respuesta, en mayor o menor medida. -¿Fue traumático abandonar las parroquias de Luyego y Val de San Lorenzo? -No, porque casi toda mi vida sacerdotal he estado vinculado al seminario. La labor parroquial está llena de trabajos y de alegrías, pero educar a los jóvenes en lo académico y lo religioso es una suerte. -¿Se ha propuesto alguna meta al frente del seminario? -Nuestro propósito es que la educación en el seminario menor sea lo más personalizada y cercana posible a los chicos, y en el seminario mayor, mantener la proximidad con los jóvenes de la diócesis que pueden sentir una inquietud vocacional. Con los internos, la mayoría, podemos ejercer una formación integral. -¿Mantiene el seminario la vocación cultural que le ha caracterizado? -Sí. La existencia de este centro implica que hay profesorado y grupos de sacerdotes con especial preparación en distintas áreas de formación, que intervienen dentro y fuera de la diócesis en congresos y conferencias. Además, el seminario organiza varias actividades culturales durante el año, y consta de un centro de estudios superior, dado que los alumnos que terminan el seminario mayor obtienen una licenciatura.

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