Morriondo no anulará el contrato con el ganadero de las vacas de la Cepeda

El presidente de la junta vecinal de Morriondo, perteneciente al Ayuntamiento de Quintana del Castillo, Secundino Martínez, rechazó rescindir el contrato de arrendamiento de pastos al propietario de la ganadería de vacas que los alcaldes de dicho municipio y de Villamejil denunciaron que vagaba libremente y sin control por la zona. El pedáneo aceptó subsanar cualquier posible deficiencia que detectara la Junta de Castilla y León en el terreno que el pueblo tiene arrendado al ganadero para aprovechamiento de pastos, pero consideró irrenunciable mantener el acuerdo de alquiler de la finca. Sin embargo, Martínez admitió que el contrato firmado con el dueño de las vacas estipula que éstas deben permanecer en el interior de la cerca habilitada al efecto. El pedáneo calculó que el pueblo tiene arrendadas al ganadero unas ciento diecisiete hectáreas de terreno. El jefe del servicio de Agricultura y Ganadería de la Junta en León, Fidentino Reyero, consideró que la pedanía, «como titular de los pastos, y ya que cobra por el arrendamiento de ellos, debe garantizar que los animales queden en el interior del cercado y pedir al arrendatario que los controle». Además, Reyero estimó que «la junta vecinal puede anular el contrato de alquiler si el ganadero no cumple con el control del ganado». Precisó que «el aprovechamiento de los pastos está regulado en el contrato, que debe tener unas bases». No obstante, Reyero indicó que la Administración autonómica no tiene competencias para obligar a la pedanía a rescindir dicho acuerdo. «No los de alrededor» También el alcalde de Villamejil, Ángel Carrera, cuyo municipio es limítrofe con Quintana del Castillo, consideró que la junta vecinal de Morriondo «tiene que exigir al ganadero que las vacas no salgan de su territorio» y estimó que «la pedanía tiene una responsabilidad en este caso, porque ha arrendado sólo su terreno, no los de alrededor», manifestó. Secundino Martínez, por su parte, declinó cualquier responsabilidad de la junta vecinal que preside, y estimó que «el ganadero no tiene mala intención, ya que había colocado la cerca, que está electrificada, un mes antes de traer las vacas, pero alguien le corta los alambres una y otra vez». Además, señaló que el propietario «quiere poner todo el cercado con estacas cada cuatro metros y con barras de hierro entre ellas», para asegurar esta protección, dijo. Este periódico intentó ayer sin éxito contactar con el ganadero para conocer su versión de los hechos.