Aquí hay chocolate
DEL BUENO hermano. Quisiera escribirte ésta con los dedos de los niños que estos días han jugado en la carpa del Sica, embadurnados de chocolate; que se lo han pasado guay, dicen ellos. Y es que Astorga esta semana huele a tiempos pasados; ha recuperado el olor, el ambiente de hace un siglo, y aún más; aquel que todavía respirábamos cuando rapaces caminábamos al colegio de mañana. Astorga respira chocolate, huele a chocolate, sabe a chocolate, hermano. Uno lleva, todavía, en la memoria aquel aroma dulzón, penetrante, especial, que despedían ciertos portales astorganos; los de Geijo, Bardón, el del señor Manuel Castrillo, único superviviente de aquella generación, y tantos otros repartidos por las recoletas calles de la ciudad; en casi todos había un obrador con su metate de granito duro, resistente, suave al tacto por el paso del rodillo; olor que parecía se inoculaba en las papilas, que te hacía ensalibar la lengua porque aquellos portalones producían un efluvio especial, embriagador que te hacía añorar -a las nueve de la mañana - las cinco de la tarde para agarrar el zoquete de pan y la pastilla de roer , que el de almendra era veda para bolsos escurridos. Astorga, hermano, gracias al Sica, a la Cámara de Comercio y al Ayuntamiento, ha vuelto a aspirar esos perfumes, a inundar el ambiente de algo tangible al alma astorgana desde hace siglos. Aquí, querido, hay chocolate. Y más que habrá, tenlo por cierto. Estamos, como dicen ahora los jóvenes, en la onda; iniciamos un camino que no debe tener retorno para recuperar algo como la artesanía del chocolate que fue consustancial a la ciudad; volveremos, estoy seguro, a poner de moda las jícaras, los bizcochos de soletilla, y hasta el soconusco tan clerical y tan embriagador con su aroma inconfundible y sabor exótico. Y ya que no pudiste venir en la Mikado, bueno es que se te quede un nombre en la memoria; el de José Luis López. Él ha sido quien puso todo este tinglado en marcha. Fue allá por 1991 cuando le dio la bendita locura de crear el museo del Chocolate, el primero de España y segundo de Europa. Atropó maquinarias, utensilios, reclamos, piezas litográficas -un montón- y abrió el museo que, ahora municipal, se ha alzado como segundo en visitantes. Por eso - bien merecido se lo tiene -, el Ayuntamiento le rinde homenaje y le entrega un metate de plata; reconocimiento al sacrificio que le supuso y a la generosidad que con el pueblo ha tenido despreciando cantos de sirena foráneos y decidiendo que Astorga se merecía mantener tal colección. Sí, hermano, aquí, en Astorga, hay chocolate. Porque El Borrallo se ha involucrado y ahí quedan sus recetas culinarias en las que este producto sirve de base o complemento; al igual que han hecho los de la Asociación de Hostelería Maragata, donde ofician hosteleros de Santiagomillas, Val de San Lorenzo, Santa Colomba, Castrillo y Luyego. Y Josele, ese loco del coleccionismo, en un periquete montó un segundo museo del chocolate en uno de los más bellos edificios de la ciudad, nacido allá cuando Astorga imperaba con este producto. El chalet de los Iturriaga ha vuelto a resplandecer, ha recuperado su esplendor y ha acogido esa muestra que ha sido complemento para el museo municipal. De aquellos esplendores centenarios aún perviven La Maragatina, que antes fue Chocolates Ortega, y La Cepedana, que de la Cepeda vino Cabezas para incrustarse en la ciudad. Y serán más en poco tiempo, te lo auguro; andan media docena de industriales de la mantecada tras el asunto. Astorga volverá a ser referente en el mundo del chocolate; ya lo está siendo. Buen provecho.