CARTA TE ESCRIBO
La resaca
QUERIDO hermano: Espero que al recibo de la presente te encuentres, en compañía de los tuyos, gozando de buena salud. Por aquí, andamos de resaca, con una impresionante y maravillosa borrachera de chocolate, del que hicimos un botellón que ni te imaginas. Fue algo que desbordó las previsiones más optimistas y, ante ello, los organizadores ya se aprestan a nuevos actos, pero todo a su debido tiempo. Otra resaca que no se quita con abstinencias y ayunos nos ha sido dada por el campo de tiro del Teleno. Del Mediterráneo vino ese Manuel Toharia y armó la de Dios es Cristo, con su absoluta parcialidad, su falta de tacto y sobre todo con la supina ignorancia arqueológica que él mismo confesaba y que, sin embargo, osó pronunciarse aseverando que los susodichos restos arqueológicos «no valen nada». Claro, el cabreo y el clamor de Marisa, pongo por caso, de Roberto o de los ecologistas, que en ciertos momento si que son fundamentalistas, han llegado a la cumbre de nuestro monte sagrado. No sé como le sentarían al dios Marti-Tileno esas manifestaciones extemporáneas de quien media España tenía por sabio; en este asunto demostró una ignorancia absoluta y necedad obtusa, a la vez que una arrogancia sin límites. Creo, hermano que ha sido una provocación innecesaria, fuera de tono y gratuita que, a la vez, pone en un brete al ministro de Trobajo -¿quién pagó?-; y si me fuerzas un poco, al de Trabajo también, por aquellas manifestaciones que ha realizado sobre los puestos de idem y la comida que dice el Ejército ha proporcionado. Se pasó, el pobre, no sé cuantos lugares arqueológicos. Que ya lo dice Nolete, querido. A los romanos nadie se atrevió a meterles un puro por donde les cupiera. Cometieron en ese entorno de nuestro monte el mayor atropello ecológico que han visto los siglos; arramblaron con el oro y aquí nos dejaron las murias, el destrozo y el pasmo que suscita entre esos ecologistas; por ejemplo, el ya tan cacareado y conocido paraje de Las Médulas. Dice Nolete que no lo entiende; ni Nolete ni nadie; yo, a veces tampoco y mira que intento ponerme en trance. Porque vamos a ver, hermano. El canterón ese que muerde la tierra y aterra la vista que se divisa desde el mirador de Orellán, ¿podría ser dentro de 200 años, o más, o muchos menos tal vez, un símbolo turístico y ejemplo de adelanto humano? Pues mira tú, salvando las distancias temporales, y de ser oro a ser cemento el resultado final, las consecuencias son las mismas. Esos gigantes con aspas, nuevos molinos quijotescos que, en beneficio de los nuevos romanos se plantan por todas las cimadas de la contorna ¿no pasarán, hermano, en un suspiro, a ser modelos de arqueología industrial, tan en boga, y que sean proclamados de conservación obligatoria, o sea declarados eso que tanto luce actualmente que es el BIC?. Por cierto, que muchos de los que ahora lanzan denuestos, rayos y centellas, anatematizan y condenan a la hoguera a esos gigantes, no hace tanto los sacralizaban como modelo de energía que llamaban alternativa. Ahora se estila, como dice la canción, la energía fotovoltaica, esa que propicia un cristal bien colocado, y si gira como el girasol miel sobre hojuelas para la última camada de los nuevos romanos. Claro que en menos que se santigua María la del Cristo pueden cambiar de opinión porque algún alcaraván va a beber agua al cristal creyendo que es un charco, se confunde como la paloma de Alberti, y ya está montado el cirio; la contaminación visual, que es eso de la confusión aviaria, condenará a los paneles a las penas del infierno. Dale tiempo y verás. Se me lió la madeja cuando pensaba escribirte sobre los diputados provinciales, tela marinera y coña maragata en abundancia; será en la próxima si no hay torcedura.