CARTA TE ESCRIBO
Tocan diputados
QUERIDO HERMANO: Salud y bien te deseo. Hoy toca, por que si no Nolete acaba colgándome. Ayer lo encontré, que trajo a la Rosario a la peluquería; tomamos unas cacharras y la tabarra, claro, saltó. Que ya llevaba dos semanas esperando; que lo de los diputados provinciales es de escornarse y que no podía escurrir el bulto. Pues ahí va, hermano. Ni Nolete, ni tú -con cierta duda-, ni yo creemos, aunque lo deseamos, que la cosa tenga un cambio; pero no es de recibo lo que está pasando. Y como las elecciones están a la vuelta de la esquina, ahí va la queja, reivindicación o lo que sea. El mismo Nolete lo asevera: No harán ni puto caso, pero que haya constancia de ello; que sepan que no nos chupamos el dedo y que la Diputación es de, y para, los pueblos y no de los capitalinos que nos pasan como un rodillo y encima tenemos que agradecérselo. Razona Nolete, y razona bien: La Diputación fue creada para atender a las poblaciones de menos de 20.000 habitantes; ja, ja y ja. Lo cual quiere decir que los diputados, aquellos que gestionan los millones a repartir, tendrían que salir de las poblaciones que, en teoría, han de beneficiarse de tal reparto alícuoto que cada ejercicio se realiza. Por lo cual ni Nolete, ni cristo que lo fundó entiende, hermano, la cosa. No se entiende por qué -dice él, y digo yo-, de los 25 ó 27 diputados, que ya no sé cuantos son, a cobrar del común, o sea a ordeñar la vaca provincial, en el palacio de los Guzmanes, más del 50% correspondan a León y Ponferrada. ¿No estamos en que estas dos poblaciones por sobrepasar, ampliamente, el número de habitantes quedan fuera del reparto? Pues no es así querido; año tras año; legislatura tras legislatura; elección tras elección, León y Ponferrada, sin chifla que soplar se llevan el pastel de los cargos provinciales. Y después, por fas o por nefas, te enteras que se abre en León un museo en honor y ventura de un tal Díaz Caneja , que en buena ley habría de estar radicado en Sajambre, que de allí salieron las raíces del pintor. Te enteras que los leoneses andan enredando la madeja y quieren que la Diputación meta el hocico en ese pozo barullero que es el teatro Emperador, donde los millones se apalean como si fueran los muelos de las eras en tiempo de agosto. Te enteras que unos cuantos leoneses deciden -y claro está piden que la Diputación ponga la pasta- para crear en la capi , vete a saber donde, porque no se ponen de acuerdo, un museo de la Semana Santa, que tal museo sea provincial y así llevarse al mismo, como para ellos es de ley pasos y esculturas de las localidades menores en población. Así engordaríamos la vaca capitalina. Y, por supuesto, que la Diputación, que por algo radica en la plaza de San Marcelo, al lado de Botines y da sombra a Gaudí, corra con los dispendios de los papones leoneses. ¡¡¡Serán papones¡¡¡ Pero claro, dice Nolete; como el la mitad de los diputados son de ciudad grande, mal que bien, cuando te enteres del asunto, han dicho que sí, han votado una pila de duros para calmar las ansias reivindicativas de la capital leonesa, que son muchas. Y en casos como este nadie habla de centralismos, ni se mete con Valladolid y su sentido acaparador. Esto es otra cosa. Porque habría que hablar de trato vejatorio, de desvío incontrolado de caudales, tal vez de prevaricación y de discriminación con alevosía, aunque sin nocturnidad, que las sesiones suelen ser mañaneras. Dice Nolete, dice bien y con razón, que los pueblerinos somos unos huevones; que los juzgados están para algo y no sólo para lo de Otegui. Que habrá que ir pensando en un arreglo. Es drástico el tío: o ponemos los diputados que tienen y deben estar o cerramos la tienda. Hermano, puede que tenga razón, aunque me obliga a hacerme una pregunta, a la que si puedes me contestas. ¿Qué hacemos con toda esa tropa?