Como es habitual, los alixanos utilizaron carracas, silbatos y tambores en su manifestación
Alija exige en Valladolid la mejora de la atención sanitaria en la villa
Alrededor de un centenar de vecinos protagonizó una protesta que duró cerca de dos horas
Alrededor de un centenar de personas, según la Comisión pro Sanidad de Alija del Infantado, se manifestó ayer en Valladolid, para exigir a la Junta de Castilla y León mejoras sanitarias para la villa. Dos autobuses salieron de la localidad del sur de León, para llegar antes de las once de la mañana al lugar del que partía la marcha -la plaza Mayor vallisoletana-, con el fin de terminar la protesta ante la sede de la Consejería de Sanidad, en el paseo de Zorrilla. Bajo el lema, «Juan Vicente Herrera nos deja morir», los alixanos recurrieron a las pancartas que han exhibido en su pueblo y en León capital desde el pasado mes de junio, a las carracas, a los silbatos, cencerros y otros artilugios con los que lograr una asonada digna del Gran Jurru. Y no faltaron los disfraces, aunque no fuesen de antruejo: el verdugo, con su negro capuchón -capillo semanasantero- y una fotografía del presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, se paseó entre los manifestantes. Tampoco faltaron las fotocopias del delegado territorial de la Junta, Eduardo Fernández. El discurso del alcalde Aunque no hubo lectura de un manifiesto, una vez ante la Consejería de Sanidad, el alcalde de Alija del Infantado, José Antonio Prieto -que se presentó en el 2003 como cabeza de lista del Partido Popular-, señaló ante los presentes que «a causa de los políticos, Castilla y León no sigue el ritmo de otras como Navarra, Cataluña, el País Vasco o Madrid». Prieto hizo gala, en referencia a los líderes políticos castellanos y leoneses, de su convencimiento en que «les molesta que quienes hemos estado años a su servicio luego les digamos la verdad». El regidor recordó que la apertura de un centro de salud en la villa «se ha reiterado durante años y años». Los congregados decidieron apurar el tiempo que se les había concedido para manifestarse y siguieron con sus proclamas y pitos hasta la una de la tarde, hora a la que se disolvió la marcha para regresar a Alija del Infantado.