| Reportaje | Día de fiesta en San Justo de la Vega | Val de San Lorenzo
El patrón estrenó su nueva senda
Santo Toribio fue portado ayer hasta el Crucero en un alegre cortejo que, por primera vez, pisó suelo empedrado en lugar de tierra
Los vecinos de San Justo de la Vega e hijos de esta localidad se reunieron ayer para arropar con su fervor y cariño a su patrón, santo Toribio, en la tradicional procesión que traslada la pequeña talla, del siglo XVIII, desde la iglesia hasta el alto del Crucero, en el que se encuentra uno de los monumentos destacados del Camino de Santiago. Ni el frío ni la lluvia vinieron a deslucir la jornada en la que los romeros estrenaron el empedrado del camino, realizado con cantos de río, según precisó ayer el alcalde, Avelino Vázquez. Los mozos que pujaban el pendón del pueblo y la pendoneta juvenil, encargados de abrir la comitiva, comentaban durante el trayecto que, donde la cuesta se hace más empinada, las piedras ya no resbalaban. Incluso, algunas romeras se atrevieron a realizar el recorrido encaramadas sobre elegantes tacones, mientras otras empujaban con habilidad las sillas de sus bebés. No obstante, la nueva obra complicaba algo la tarea de cumplir con la obligada tradición: la recogida de guijarros durante la subida que después serán depositados, a modo de humilde ofrenda, a los pies o en los brazos de una cruz de madera que, según la sabiduría popular, un obispo ordenara colocar hacia 1738 como recuerdo de la ubicación de una ermita dos siglos antes. Pero los romeros se negaron a perder esta costumbre, y se acercaban a los laterales del camino para recoger la piedra con la que después rogarían la intercesión del santo para el cumplimiento de un secreto deseo. Y así, entre el alegre repicar de las campanas de la iglesia y el estallido de los cohetes que lanzaban los mozos, atenuado por la música que interpretaba la banda municipal de Astorga, el patrón se iba acercando a su destino en lo alto de la cuesta. Lo seguía de cerca la Virgen del Rosario, pujada por mujeres, imagen de la que ya en 1610 existe constancia de que una cofradía de la localidad le dedicaba la fiesta de su onomástica el primer domingo de octubre, según las pesquisas del investigador local Manuel Miguélez. Cumplido el trámite de pedir un deseo, el cortejo se detuvo, ya a la vuelta, ante el crucero, para cumplir otro de los rituales de la celebración: las cuatro invocaciones que los devotos dedicaron a san Bartolomé del Cueto, la Virgen del Camino, la de Castrotierra y la de la Majestad de la Catedral de Astorga. Este acto, realizado mirando de forma sucesiva en dirección a los cuatro puntos cardinales, incluyó el canto del Regina Caelli , y fue repetido a la entrada de San Justo de la Vega, en el lugar donde antaño se levantaba la población, antes del regreso de la comitiva a la iglesia para la misa.