Hasta luego, presidente

QUERIDO hermano: Que avance la primavera como Dios le dé a entender. Al Teleno ya le arrebató la boina que se puso por sorpresa y lo divisamos exhausto de nieves. Mientras, los políticos se han desmelenado para encarar el 27. Prepárate, porque de aquí a esa fecha nos van a bombardear con promesas que vete a saber si tienen intención de cumplirlas; con proyectos que nunca se realizarán y con intención de embaucarnos para que nuestro voto llene su cesta. Presentaciones de candidaturas, ruedas de prensa, mítines e invitaciones a los que acuden solamente los incondicionales, llenarán estas jornadas, para dejarnos a los votantes hartos y ellos quedar derrengados. Ya ha finalizado, hermano, la temporada del navajeo, de la puñalada por la espalda al compañero para iniciar los días del denuesto, la descalificación, la acusación soterrada al contrario; en el mismo revuelto la alabanza propia bien perfumada de incienso a fin de arañar ese porcentaje que les dé la mayoría absoluta, o quizás la llave de la gobernabilidad; o simplemente lograr el paso por la gatera, aunque se deje algún pelo; el caso es tocar algo de poder y buscar un arrimo para próximas confrontaciones. En el interim han quedado algunos cadáveres por el camino, de este, de aquel y del otro bando. Mejor no enumerarlos, hermano, porque no cabrían en la cuartilla. Aquí, en estas tierras varios; y en la provincia el más sorprendente y más conspicuo García-Prieto. Desde que se supo su defenestración del palacio de los Guzmanes, los reconocimientos y homenajes le han llovido. Todos los alcaldes de uno y otro signo, con rarísimas excepciones, han alabado su trabajo, su disposición hacia los municipios, su saber estar, su elegancia, su profesionalidad política aunque sea entrecomillada, pues casi nunca parece un político, para serlo de una pieza; todos han reconocido su apuesta clara y decidida por la provincia, su caballerosidad y la cercanía que ha demostrado a lo largo de su mandato. Juanjo Perandones aprovechó, cuando la Cámara de Comercio entregó a García-Prieto la insignia de oro, para dejar constancia, públicamente, de su agradecimiento personal y el de la propia ciudad de Astorga. Porque Astorga, hermano -como todos los demás municipios- y a pesar de estar regida por otro signo político, ha recibido de Javier un trato exquisito; que seguramente, y así lo ha entendido el presidente, es el que esta ciudad se merecía. Y ahí radica la grandeza de un mandatario. El polígono industrial, la casa de Panero, el Sica, la boda maragata y otras muchas realidades de esta ciudad no hubieran sido posibles sin el apoyo, la connivencia personal y la sensibilidad que García-Prieto ha demostrado en sus años de mandato. Espero, hermano, que la persona que ocupe su puesto, sea del partido que sea, presente y ofrezca a los municipios de la provincia el mismo carisma, igual talante que ha prodigado García-Prieto para que, al final de la legislatura, pueda cosechar los mismos elogios que a este le propinan. Si remedamos título de película hay que decir que se va un hombre tranquilo , sereno y paciente. Lo que le han dado, a cambio de la crucifixión, es poca cosa para los merecimientos que acumuló. Tal vez Herrera, si es que puede después del 27, lo reclame para otros menesteres. En su contra -de Javier- juega ese sentido arraigado de la disciplina y, tal vez, su bien entendida falta de ambición política. Si hubiera un puesto en Valladolid, como el que le auguran en las quinielas, Astorga estaría de enhorabuena. Lo digo por lo hecho hasta ahora, y porque él aseguró que lleva a esta ciudad en el corazón; se lo creo, aunque estoy seguro que se lo dirá a todas. Aquí lo tiene bien demostrado. Hasta luego, presidente.