Cuatro años de Reserva de la Biosfera
El 9 de julio del 2003, la Unesco decidió que ambos espacios conciliaban la mentalidad y el uso de los recursos naturales, esbozando el concepto actual de desarrollo sostenible
El Parque Nacional de Picos de Europa, que se extiende por los territorios de Asturias, Cantabria y Castilla y León, y el Valle de Laciana celebrarán hoy, 9 de julio, el cuarto aniversario de su declaración como reservas de la biosfera por parte de la Unesco. Este reconocimiento lo lograron por tratarse de dos espacios que conciliaban la mentalidad y el uso de los recursos naturales, bajo el concepto actual de desarrollo sostenible. La función principal por la que se declaran estos espacios es la conservación y protección de la biodiversidad, algo que ambas áreas cumplen. Sin embargo, también se persigue el desarrollo económico y humano de estas zonas, así como la investigación, la educación y el intercambio de información entre las diferentes reservas, que forman una red mundial. En la actualidad existen más de 500 reservas de la biosfera en 102 países diferentes. La idea con la que nació este proyecto se inició en 1970, cuando la Unesco echó a rodar el proyecto El hombre y la biosfera . Como parte del mismo, se acordó seleccionar áreas geográficas representativas de los diferentes hábitats del planeta, abarcando tanto ecosistemas terrestres como marítimos. Picos de Europa El Parque Nacional de Picos de Europa, inmerso en la actualidad en pleno proceso de traspasos competenciales a las tres comunidades autónomas, tiene una superficie total que casi alcanza las 65.000 hectáreas. Se sitúa entre Castilla y León (24.719 hectáreas), Asturias (24.560 hectáreas) y Cantabria (15.381 hectáreas). La cota más alta del parque se sitúa en los 2.648 metros del pico de Torrecerredo y la más pequeña, a nivel del mar, de 75 metros, en el río Deva, lo que supone una diferencia de 2.573 metros. Declarado Parque Nacional el 22 de julio de 1918, solo una parte, el macizo occidental, fue objeto de declaración en esa fecha, denominándose además Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, con una superficie de 16.925 hectáreas. El parque, tal y como se conoce actualmente, se creó el 30 de mayo de 1995, momento en el que entró a formar parte de la Red de Parques Nacionales, por lo que se convirtió en uno de los primeros espacios naturales protegidos junto con el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en los Pirineos. También, está considerado Parque Regional. Los elementos geológicos del parque se deben a la combinación de la acción glaciar con los macizos calizos que conforman la Cordillera Cantábrica, mientras que la riqueza de la flora y fauna de este recinto protegido se observa en los distintos tipos de bosques que se encuentran. Se hallan en el parque numerosas especies protegidas, tales como el urogallo, el quebrantahuesos o el oso pardo. Otro animal representativo del Parque de Picos de Europa es el rebeco, del cual existen diversas esculturas diseminadas por distintos puntos. Valle de Laciana Por su parte, el Valle leonés de Laciana, comarca eminentemente minera, convenció en la misma fecha a la Unesco de su apuesta por la conservación del medio ambiente y de su interés por buscar vías de desarrollo alternativo a la extracción del carbón. Se sitúa en el noroeste de la provincia y la localidad de Villablino es la cabeza visible de una comarca que cuenta con otros 13 pueblos y en la que habitan en la actualidad 13.400 personas. Su economía, en otros tiempos basada en la ganadería y en menor medida en la agricultura, se centró hace ya un siglo en la minería del carbón, circunstancia que provocó una llegada notable de inmigrantes procedentes de toda España y del extranjero, principalmente de Cabo Verde y Portugal. El carácter abierto de los lacianiegos propició una integración racial que supone todo un ejemplo de convivencia. La declaración como reserva de la biosfera pretendió que el oro negro no fuera la única posibilidad de vida del valle, fuente de riqueza casi exclusiva, sino que pudiera compartir protagonismo durante un tiempo, y quizá ceder el puesto dentro de unos años, al patrimonio natural de una comarca montañosa que alberga auténticos tesoros de flora, fauna y paisajes. Especies amenazadas Su situación privilegiada en la Cordillera Cantábrica le hace atesorar una amplia representación de bosques que han propiciado de forma determinante la existencia de algunas de las especies animales más amenazadas de la Península Ibérica como el oso pardo y el urogallo cantábrico. Los expertos aseguran que Laciana alberga los cantaderos con mayor número de urogallos de España y los responsables de la Fundación Oso Pardo dan fe de que existe una presencia permanente de plantígrados en la zona ya que todos los años se encuentran alguna osa con cría. El escaparate natural de la comarca se completa con un circo de cumbres de altitudes que rondan los 2.000 metros y un gran número de brañas (pastos de alta montaña) salpicadas de cabanas habitadas por pastores y brañeiros que las utilizan como vivienda.