Laciana en verano
LACIANA tiene siempre sus encantos, estemos en la estación que estemos. El inmenso verdor de la primavera, los ocres otoñales, el blanco invierno... Pero si una estación está por encima de todas es el verano, con los olores a hierba recién segada, con los murmullos de infinitos pájaros en nuestras devesas, con esos prados verdes en contraste con las laderas de los montes agostadas. Venir a Laciana, para los que estamos en la diáspora, es siempre una manera de cargar las pilas del alma a tope, pero sobre todo lo es en verano, cuando nos llenamos de esos aromas, de esos sonidos, de esos contrastes... Si a todo esto añadimos el disfrutar de una siesta arrullados por una lluvia de estas que en julio llenan el valle de neblina y el alma de nostalgias, tumbado bajo el hórreo, sin más preocupación que la de dormir a pierna suelta, las pilas no se cargan ya a tope, sino que la energía acumulada podría servir hasta para llenar una página de sentimientos... Como es esto que estoy haciendo... Pero, a pesar de que te propones llenar este rincón de Laciana de poesía, siempre hay algo que te lo impide. El choque con la cruda y dura realidad cotidiana. Sales de León ciudad. Observas como, por todos los rincones esta provinciona (que diría Trapiello) va adecuándose a los tiempos que corren, al sigo XXI, y te das cuenta que en todos los lados se avanza, más rápido o más lento, pero se ven las mejoras, en cambio, ves que según nos acercamos a Laciana el atraso, el hacer las cosas de manera chabacana impera por doquier. Hace unos pocos años reformaron de manera aceptable la carretera de Omaña, claro está hasta que llegó a tierras lacianiegas, de Los Bayos en adelante (cuestión de orografía) la carretera serpentea paralela al río del Puerto, siendo necesaria una fuerte inversión, cosa que las pertinentes administraciones (provincial, comunitaria, central) no están dispuestos a realizar, dado el descenso poblacional que sufrimos, entre otras cosas. Así vemos que hoy, ya no están realizando unos buenos arreglos en la citada carretera, muy deteriorada por soportar un gran tráfico pesado, sino que se dedican al parcheo de algunos tramos. O sea lo de siempre, el ministerio de la chapuza impera de nuevo, y en vez de echar una nueva capa de asfalto a toda ella, desde Canales hasta Villablino, continuamos con las mismas maneras de siempre. Llegas luego a la capital del Valle y, como siempre, buscas nueva información acerca de lo que un turista neófito podría hacer por estos lares. Piensas que alguien dentro del ayuntamiento habrá pensado en poder vender nuestro privilegiado entorno a alguien más que a don Vitorino, pero no es así. El que quiera recorrer nuestros montes y espere encontrar una información amena, vistosa, inteligible va dado... Solamente por medio de fotocopias, que seguramente algún funcionario interesado en que el que venga a nosotros tenga algo, hace en blanco y negro. En la Oficina de Turismo, sita en la Casona de Sierra y Pambley, puede el foráneo encontrar cientos de coloridos folletos que venden de todo menos Laciana. Los hay de Galicia, de Asturias, de toda la comunidad, pero lo que se dice de Laciana nada de nada. ¿No será ya hora de que el ayuntamiento de gaste algo de dinero en vender nuestro entorno de una manera amena y no en blanco y negro...? Desde el consistorio debería de centralizarse todo lo concerniente al ocio y disfrute de Laciana por parte de nuestros visitantes. Además, todo ello no necesitaría de grandes inversiones. Con controlar, centralizar y coordinar todos los centros y casas rurales; todos los centros de ocio, las rutas a recorrer, al menos de manera amena y dándole cierto colorido, casi bastaría... Lo que no es de recibo, es que lleguen los visitantes y tengan información detallada de todo el noroeste de España menos del Valle de Laciana... ¡Usemos la imaginación de una vez!. La concejalía correspondiente que se ponga a trabajar ya en ello de cara al otoño. Hay que vender Laciana al visitante en las cuatro estaciones del año. ¿O seguimos vendiéndosela a Vitorino?