La crucifixión de una esclava

Las tribus astures sufrieron ayer en sus propias carnes los castigos de los invasores romanos. Una joven esclava, acusada de robar el oro del César y de matar a dos legionarios, fue apresada y conducida al cadalso situado en la plaza Mayor la pasada noche. La joven astur al ver la puerta de su jaula abierta huyó entre el gentío que estaba arremolinado en la plaza. Las tropas romanas no tardaron en volver a apresarla y, entre golpes, conducirla a la cruz situada frente al Ayuntamiento, donde los legionarios acabaron con su vida. Otros astures testigos del suceso lloraron su muerte a los pies de la cruz mientras los romanos cubrían su cuerpo ya inerte con una tela negra. A pesar de esto, el campamento astur romano, situado en el parque de El Melgar, llevaba todo el día disfrutando de diferentes actividades. Además de la exposición y exhibición del carea leonés los visitantes pudieron disfrutar de más de veinticinco especies de diferentes aves traídas de todos los puntos del imperio romano. Entre palomas, faisanes y pavos de diferentes razas de distintas partes del mundo como Guinea o Japón también se exhibía un cerdo vietnamita. El pueblo astur centró sus actividades en la fuerza realizando un taller de lucha celta, donde los visitantes midieron sus fuerzas con alguno de los mejores deportistas en lucha leonesa de la provincia. Noche de los druidas Con la puesta de sol, la tribu de los Guerreros de Finn celebró la noche de los druidas. Ocho magos de las diferentes tribus del campamento relataron varios cuentos ambientados en historias celtas y astures. Los druidas estaban situados en un escenario donde habían reunido los cuatro elementos, además la narración de las historias estuvo acompañada de música en directo de un acordeón y gaitas. El jurado compuesto por el Caudillo astur Sebius y por el actor de la Paramount Comedy Sergio De Miguel entregó al ganador una hoz de oro valorada en 400 euros. Tras los relatos, la bruja Avolgia realizó una queimada donde invocó a todos los espíritus astures e invitó a todos los presentes a disfrutar del brebaje. Entre tanto, los romanos celebraran la muerte de la esclava astur comiendo opíparamente en las diferentes plazas de la ciudad convertidas en un gran comedor patricio.