Diario de León

| Entrevista | Manuel A. Raigada |

«En su día, donaré mis fotografías al Archivo Histórico Municipal»

Satisfecho con el público que ha pasado por la exposición que clausuró ayer, asegura que los ríos, un tema recurrente en su obra, «han dado y dan carácter» de La Bañeza

Raigada posa en la capilla del Nazareno, donde ha mostrado su visión sobre La Bañeza de los 60

Raigada posa en la capilla del Nazareno, donde ha mostrado su visión sobre La Bañeza de los 60

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A. Domingo - la bañeza
León

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Manuel Raigada, fotógrafo bañezano, ha protagonizado dos importantes actos culturales en La Bañeza a lo largo de este año: La presentación del libro Riberas del Órbigo. Una mirada poética y la exposición que ha clausurado este fin de semana. Entre ambos actos existe, sin duda, paralelismo, ya que la obra editorial en la que pone imágenes al poema de Colinas, editada por el Ayuntamento, surgió de una exposición que se ubicó en el mismo lugar que la que ahora cierra, la capilla de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y, si entonces interpretó unos versos, en esta ocasión interpreta los años 60 de La Bañeza. A los 63 años, jubilado, ha dedicado su vida profesional a las artes, oficio que aprendió en la imprenta de Mijares, en su ciudad natal, donde comenzó a trabajar a los 14 años. Raigada, con domicilio habitual en Barcelona, se marcha satisfecho por el público que ha visitado la muestra «La Bañeza¿ Aquellos años 60». «Ha colmado todas mis expectativas. Incluso ha habido quienes la han visto varias veces», explica satisfecho. -Un fotógrafo que Muestra ahora al público algunos de sus primeros trabajos. ¿Cómo se inició en el mundo de la imagen? -La verdad es que colaboro para algunas revistas y el Ayuntamiento de Barcelona. Comencé en la fotografía en la Navidad de 1962, cuando me compraron una Regula, de fabricación alemana. Pese a que la cámara forma parte de la exposición, no es ninguna reliquia, ya por entonces existían máquinas con telémetro y fotómetro, pero tiene un valor sentimental. Por aquel entonces, salía a hacer fotos a la calle, pero no tenía intención de crear una obra, y revelaba mis propias fotos. -En el baño¿ -No, en la cocina, con una ampliadora muy precaria que me regaló otro bañezano: Enrique Fuciños. -¿Tuvieron un significado especial los años 60 en La Bañeza? -En La Bañeza y en toda España es la década del cambio económico y social. Es lo que recogen las fotos. Aún existían carencias importantes, pero ya había cierto desarrollo económico. Desde la perspectiva de hoy, era una vida agradable. -Dedica parte de la exposición a los ríos. -Las fotos de Riberas del Órbigo también las hice aquellos años en blanco y negro. Las salidas eran constantes, también con Antonio Colinas, a lugares como la Peña de San Blas, el Arrote, las eras, los altos del Salvador, el Paseo del Jardín, donde nací y vivo cuando vengo a La Bañeza¿ Y también hay una galería de personajes que han sido importantes para La Bañeza y que entonces tenían entre 18 y 20 años: Gaspar Luengo, Juan Turiel, Antonio Colinas -en varias- el mentor del Padre Miguélez, Luis González, la concejala Marinunci Roy y otros jóvenes de aquella época. -¿La Bañeza ha perdido sus tres ríos? -Sí. Una de las fotos que más llama la atención de la muestra es lo que se llamaba el cámping, en el río Tuerto, donde hoy están las piscinas, que traía una aguas cristalinas, aptas para el baño y eso hoy es imposible. Aquellas tardes agradables de Órbigo y piraguas del Penosillo¿ Los ríos le daban y le dan carácter a La Bañeza, que hoy ha perdido la parte lúdica de éstos casi por completo. Hoy, el ir al río no se da porque son otros tiempos y hay piscina. -Dicen que entonces el Tuerto era profundo. -Bueno, el lecho del río no cubría un metro, pero las pozas eran profundas y había quien utilizaba el puente de Requejo como trampolín. Eran lugares que se llamaban las pilastras, porque cubría -también hubo varias personas que se ahogaron, quizá por cortes de digestión o por imprudencias-. Hoy sólo queda el merendero de Puente Paulón y no sé si usa para el baño. Quizá vaya implícito al desarrollo el que el río se manche. En Barcelona también se bañaban en unos ríos que hoy son cloacas al aire libre. -Junto a sus fotografías, el público ha podido observar carteleras de cine. -Son reproducciones exactas de los que se colocaban en la plaza Mayor, porque aquella fue una época muy ligada al cine, hubo hasta cuatro en La Bañeza. Eran cines suntuosos, grandes y quizá esta haya sido la razón de que hayan desaparecido: los costes de mantenimiento eran importantes por su tamaño -por ejemplo, el de calefacción- y fueron perdiendo público. Ha pasado en toda España: excepto los que se han conservado por tratarse de una joya arquitectónica, todo son minicines. Recuerdo que íbamos al cine todos los días se proyectara la película que se proyectara. Para esta generación fue una ventana abierta al mundo y, en La Bañeza, en invierno había meses en los que se pasaban cuarenta películas -guardo un diario con los títulos- de todos los géneros. -Dicen en la calle que guarda todos los negativos. -Y es verdad. -¿Cuántas fotografías estima que componen en su archivo? -Pueden pasar de las diez mil, incluyendo los trabajos que hago en Barcelona¿ Quizá sean todavía más. Guardo de manera especial los negativos de los 60 y todo esto pasará en su día al archivo municipal: los de La Bañeza, al Ayuntamiento de La Bañeza y los de Barcelona, a Barcelona, como es lógico. -¿Cambia el alma de la fotografía con el tiempo? -Los fotógrafos vemos en fotografía y lo que varía es la vida y el paisaje, pero subsiste la idea. Por ejemplo, la fotografía que se me hubiera ocurrido hace cuarenta años de la capilla de Jesús es la misma que haría ahora, pero en vez de un Seisicientos parecería un Volvo o cualquier otro coche. -¿Se ha digitalizado? -He tardado, pero no queda otro remedio. Me resistía a cambiar porque no necesitaba la inmediatez de la fotografía digital. Siempre he tenido tiempo para desarrollar mis trabajos. En una ocasión, el Ayuntamiento de Barcelona me encargó un calendario. Cada mes debía reflejar el aspecto de la ciudad. Tenía un año para hacerlo y ninguna prisa. Ahora sólo trabajo en digital.

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