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Publicado por
MARTÍN MARTÍNEZ
León

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QUERIDO hermano: Al hilo de la última se preguntaba Nolete, ¿qué buscan? Andábamos buscándole las vueltas a esos que retornan, pero no retornan del todo, a los pueblos fantasmas que hubieron de abandonar hace cuantá de años. Unos, los más, lo hicieron por la gazuza; los menos lo tomaron como un exilio voluntario. Y precisamente éstos son ahora los más reivindicativos, los que buscan desesperadamente sus ancestros en los tórridos veranos; son los que en forma de juego estival majan tres manojos en la atardecida dominguera de sardinas y costillas asadas con buen vino del Bierzo y hasta ensalzan el trabajo bruto como si fuera diversión, que para ellos lo es; y sudan con alegría porque pierden un gramo para hincharse en la merendola. Se ve a la legua, hermano, que no saben manejar la gadaña y nunca lo hicieron al resisterio de julio, empezando mucho antes de amanecer y terminando con estrellas sobre el campo y los riñones doblados. Nunca hicieron el acarreo de diez en pico y nunca estuvieron en la era dando vueltas en el cansino trillo amparando la moñica de la vaca con cagalera. Nunca comieron al sombrajo de los manojos o tras la meda mientras el barreñón recibía tanta paja y más puisa que garbanzos viudos; cucharada y paso atrás; y mosquilón que Dios te crió si demandabas una rodaja de chorizo; confórmate con el dedín de tocino pellaván. Me hizo gracia, por no decirte otra cosa, lo de ese pueblo, Quintana de la Peña, que parece anda por la montaña y se quedó sin junta vecinal. Eso de las elecciones sí que han de arreglarlo. Dos votantes, escribíais en estas páginas, tenía el pueblo; el uno, supongo que hastiado, decidió morirse y ni siquiera lo habían eliminado del censo. Que vengan Maura y Romanones que no lo mejoran. La otra, al parecer andaba por Castellón, pienso que tal vez en alguna excursión de la tercera o de la cuarta edad, vete a saber; quizás al arrimo de algún deudo, y con buen criterio dejo que inventaran ellos. Lo curioso es que se formara una mesa electoral, cuyos componentes ni eran de Quintana, o al menos no estaban censados porque hubieran votado. Claro que más demencial y rocambolesco, de chiste de Mingote, era lo de los aspirantes a presidir la hipotética junta siempre que la castellonense decidiera remitir su voto. Presupongo, si no es mucho presuponer, que hubieran nacido en Quintana o al menos tener a sus antecesores en el pequeño cementerio. Tanto el del PP como el del PSOE, las dos fuerzas en liza, hicieron confesión general y pública de un deseo: resucitar a Lázaro Quintana de la Peña. Sus lamentos rebotaban sobre la peña que da apellido al pueblo, y sus lágrimas debieron de desbordar el arroyo inmediato. Leíste cómo reivindicaban todo lo reivindicable y aún más; y entre mientras, así como de pasada, uno de ellos confesaba que estaba censado y residiendo en Cistierna; el otro no sé dónde pero búscale por los alrededores, en Quintana no. Cara dura, llama Nolete a esta figura, y me suelta el sermón del día. Mira bobín -me dice-. Como Quintana la tira; esos pueblos tienen buenos terrenos comunales, aprovechamiento de pastos, pinares, robledales, hayedos, caza de pelo y pluma de varias especies, puede que mañana aprueben si no está aprobado un parque eulógico que decía aquel alcalde y hay tela marinera al reparto anual con hacendera sin trabajo, sardina y garrafón. Y al menos alguno tiene sobre quien mandar, aunque el uno haya dicho adiós y la otra siga en las playas castellonenses. ¿Y si no por qué hay alcaldes y concejales que viven a 100, 200 y más kilómetros? Gastos de representación, desplazamientos, asistencias a sesiones y otras cosinas, al fin de semana. Por los pastos y demás se hace la respiración artificial y algunos resucitan a Lázaro.