La gerencia de la empresa calcula que las pérdidas económicas ascienden a 78.000 euros
Un incendio calcina el tostadero de cacao de Chocolates Santocildes
La rápida actuación vecinal evitó que las llamas afectaran a una manzana de viviendas La compañía no par
Un incendio calcinó en la madrugada del sábado al domingo el tostadero y almacén de cacao que la empresa Chocolates Santocildes posee en Castrocontrigo. El fuego no provocó daños personales, aunque sí pérdidas materiales que el gerente de la sociedad propietaria de la empresa, Fernando Fernández, estimó en aproximadamente 78.000 euros. La misma fuente expresó sus sospechas de que las llamas pudieron haber sido causadas por un cortocircuito en el recinto. Los propietarios de la empresa fueron advertidos del suceso hacia las dos de la madrugada de ayer por un vecino, y rápidamente comenzaron las labores de extinción en las que participaron la familia y los vecinos del pueblo que se percataron del fuego, indicó Fernández. Utilizaron mangueras y calderos de agua que recogían de un reguero, así como un camión contra incendios que posee la junta vecinal. «Si no llega a estar este vehículo, habría ardido todo el barrio», indicó ayer el gerente, muy afectado, que estimó que «dada la importancia del incendio, habría sido muy difícil controlarlo con calderos». Cuando los Bomberos de León llegaron al lugar, el fuego ya estaba controlado, añadió. Las cinco de la madrugada Las llamas quedaron controladas hacia las cinco de la madrugada, siempre según la misma fuente, aunque todavía a mediodía de ayer el cacao en polvo que permanecía en el almacén desprendía humo. Fernández calculó que la empresa guardaba cuatro toneladas de este producto y otras seis de pepitas de cacao, materias en ambos casos que «debido a la alta cantidad de grasa que tiene el fruto, arden con facilidad», dijo. Además, los propietarios tenían en el recinto cuatro máquinas, una de ellas adquirida recientemente, que quedaron inservibles, al igual que el edificio. Fernández consideró también que el fuego pudo comenzar en la zona ocupada por las pepitas de cacao e ir avivándose poco a poco sin que nadie se diera cuenta. «Mi mujer pasó por allí a las diez de la noche del sábado y no vio nada», explicó el gerente. Éste confirmó que, cuando abrieron las puertas de la nave para empezar a apagar el fuego, del recinto salió una llamarada «como si fuera un lanzallamas». «No empezó por el tostador, porque esta máquina no quedó destrozada y estaba herméticamente cerrada», dijo. Las tareas de extinción fueron realizadas desde las construcciones que rodeaban la incendiada, para evitar la propagación de las llamas, explicó Fernández. «Algunos albañiles, y gente acostumbrada a moverse por los tejados, mostraron una actitud super heroica, porque había tanto humo y fuego que yo no sabía cómo podían siquiera respirar en algunos momentos», indicó el gerente, con agradecimiento a cuantos colaboraron en la extinción del fuego. Las llamas que afectaban al material guardado en el interior del recinto «se fueron apagando poco a poco». «Algunos albañiles, y gente acostumbrada a moverse por los tejados, mostraron una actitud super heroica, porque había tanto humo y fuego que yo no sabía cómo podían siquiera respirar en algunos momentos» FERNANDO FERNÁNDEZ Gerente de la sociedad propietaria