Diario de León

| Reportaje | Despedida emotiva |

Más que un cura, una persona

Los vecinos de Cabreros y Jabares homenajearon a Tiquio, que durante 34 años ejerció la actividad pastoral en estas localidades y ahora se traslada a Valencia de Don Juan

Tiquio recibe de la mano de sus vecinos un pergamino con la aprobación de su homenaje

Tiquio recibe de la mano de sus vecinos un pergamino con la aprobación de su homenaje

Publicado por
Verónica Carnicero - corresponsal | cabreros
León

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«Siempre será el cura de Cabreros». Esta frase permanecerá en el corazón de todos los vecinos de Cabreros y Jabares cuando quieran hablar de Eutiquio Caballero, más conocido como Tiquio. Ambas localidades quisieron rendir ayer un emotivo homenaje al que durante 34 años ejerció, de una manera muy particular, como cura en estas localidades, y ahora, es trasladado a los pueblos que comprenden la unidad pastoral de Valencia de Don Juan. Tiquio llegó a Cabreros en el año 73 y asegura que al principio la gente le acogió con sorpresa «porque nunca me vieron con sotana». En su devenir histórico se muestra muy satisfecho por haber «caído» en esta localidad que le dio la oportunidad de «conocer a un grupo de jóvenes con los que empezamos a hacer reuniones antes del final de la dictadura y nos preparamos para la democracia». Fue gracias a este grupo «que cuando arrancó el sindicalismo agrario, en Cabreros tuvo una fuerza brutal, y eso salió de aquellas reuniones». Años que el actual alcalde de la localidad, Matías Llorente, recuerda también con especial intensidad. Incluso acude a ejemplos como que Tíquio se atrevió, hace 25 años, «a decir la misa campesina cuando aún estaba prohibida». Muchas son las anécdotas que este natural de Saelices de los Gallegos ha vivido en estos años en las localidades de Cabreros, Jabares, Gigosos y Cubillas, lugares donde predicaba la religión cristiana. Por todas ellas, ayer recibió el apoyo y las muestras de cariño de sus amigos más cercanos, que sobrepasaban los 150, y entre los que no podía faltar su madre. Ahora, su obligación le traslada, desde principios del pasado noviembre, a la unidad pastoral de Valencia de Don Juan, donde llevará nueve localidades nuevas, pero lo afronta «contento porque ya voy a un sitio que ya conozco y tengo cierta familiaridad con las personas». Además asegura, «intentaré estar cerca de ellos, pero sin olvidarme nunca de las personas que conocí aquí, que me han enseñado a querer». A pesar de aceptar este traslado, los vecinos no lo ven con tan buenos ojos y muchos de ellos, dejándose llevar por el cariño hacia la persona, no entienden el porqué de este cambio. Muestra de ello es que, entre los regalos que Tíquio recibió ayer, se encontraba un pergamino con la aprobación en pleno por unanimidad de su homenaje con la leyenda «Te irás del lugar, pero el recuerdo, el hacer y la forma de ver la fe permanecerán».

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