| Reportaje | El sabor de las tradiciones |
Cada década nace un prodigio
Villamuñío prepara un auto sacramental que tiene más de cien años de antigüedad y se celebra solamente una vez cada diez años, bajo el fervor y la admiración de los vecinos
Autoridades y vecinos de Villamuñío disfrutarán el próximo día 6 de enero del Auto Sacramental de los Reyes Magos que se celebra una vez cada década en la localidad y que cuenta ya con más de un siglo de existencia. José Ávila recuerda que a sus 65 años de edad ya lo ha repetido en cinco ocasiones. «Mientras las fuerzas lo aguanten, ahí estaremos. Ya he hecho una vez de paje, pero las tres últimas veces he sido más bien un adjunto a la dirección y la verdad es que lo he vivido de forma muy intensa desde los catorce años». Durante algo más de dos meses, la casa de la villa se ocupa por espacio de dos o tres horas diarias y de lunes a viernes con los trabajos de una veintena de vecinos, que ensayan sus papeles. Desde los ocho años de edad de Lucía Iglesias hasta los 74 de Benjamín Nistal, todas las edades figuran en un completo elenco de personajes que dan vida a la obra. Han cambiado los tiempos, y con ello, la forma de hacer las cosas. En el pasado, los trajes se elaboraban en los propios domicilios y a las poblaciones limítrofes como Sahelices del Payuelo o la Aldea del Puente, se les solicitaba la colaboración de la borrica y las espadas. Los actos están programados para el próximo día 6 de enero. A partir de las 12.00 horas tendrá lugar la Santa Misa y posteriormente, como cada diez años, será el turno de la celebración del Auto Sacramental en la pista polideportiva, en pleno corazón de la localidad. Son dos lustros de espera cada vez que se realiza la actividad, y hay ganas de comprobar cómo han ido los acontecimientos. Con la «Tía Aquilina» Ya en 1907 se recuerda como «Tía Aquilina» con tan sólo 17 años de edad se metió en el papel de la virgen. Velasco es el mítico herrero de la comarca, de cuya mano también se han notado los cambios con el paso del tiempo. El Ayuntamiento de El Burgo Ranero, Caja España y los principales industriales de la localidad sufragan los gastos de estas actividades, que tuvieron un impulso notable en su día de la mano del entrañable «Señor Crestenciano» y que ahora caminan hacia el futuro. El pasado vuelve de nuevo para recordar el sentido de la vida.