Diario de León
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MARTÍN MARTÍNEZ
León

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QUERIDO hermano: Como andamos de fiesta en fiesta, de procesión en procesión, me adelanto a escribirte; el fin es que te llegue como cada semana, día antes, día después. Porque Correos también toma vacaciones. Es día 20, Jueves Santo, y te escribo mientras pienso que este mediodía estaré contemplando el paso de los Niños de Sión con sus coronas de esparto reviviendo aquella procesión de Los Pasos, que feneció en 1963, tiempos de horas bajas con descomposición organizativa. Se retoma por la Vera Cruz para aportar su granito al centenario de la Junta Profomento y los niños cantarán El Vil populacho, con letra de Pérez Benito y música de Leovigildo Blanco, dicho Paganini, compuesta hace cien años también. Te escribo, hermano, en este 20 de marzo, día que se celebra el internacional del agua, tan escasa que ya anda el run-run de la Virgen del Castro en todos los oídos a la vez se ponen las esperanzas en el mes venidero para que nos traiga las aguas mil y remedie algo el desaguisado. Para nuestros agricultores la pasión ha comenzado y tienen las azadas en alto; los castellanos quieren sacar de donde no hay y los leoneses con razón, con toda la razón, se rebelan. Que no lleguen los tiempos de antaño, cuando por un quítame allá esa tapadura, tiempos brutos, se asestaba un azadazo y el descalabro acababa en el juzgado; rara fue la ocasión que ya te he contado, el encontronazo en la presa acabó en la vicaría y Paco y Angelines siguen felices después del remojón que él le propició. Ahora nuestros agricultores no alzan las azadas, alzan sus voces ante lo que se avecina, mientras los palentinos se las tienen tiesas a la confederación exigiendo lo que no existe. En años flacos «el que está arriba riega antes» le dijo aquel Gobernador Ameijide al cura de un pueblo -de abajo- que exigía riego para sus feligreses. Dolor sería que los campos leoneses murieran de sed después del sacrificio de Riaño, Vegamián, o los pueblos del Luna. Más dolor es, hermano, que Villagatón, muleta ansiada para Villameca, permanezca vacío después de diez años por la ineficacia y el mal entendimiento de la Junta y la confederación. El sacrificio de los de Oliegos a quienes se dedican versos veraniegos, como la cebada del refrán, redimió y enriqueció pueblos aguas abajo. Para este año de poco ha servido, por ahora, pues a la vista están los costillares de sus casas que aguantan impasibles la labor de zapa de las aguas año tras año. Y en este Día Internacional del Agua, querido, ahí tienes a la señora Narbona -que Dios y Zapatero la retiren pronto- enrocada en su teoría antiembalses; negando por tres veces y más, como san Pedro el viernes, los proyectos del Eria y del Duerna, buscando cataplasmas donde se precisa una operación a fondo. Mientras tanto los socios de El Carbayal, de Morales del Arcediano, reclaman el embalse de Andiñuela del que ya hablaba y escribía, hace un siglo, aquel general Martínez Cabrera quien tenía muy claras las ideas para redimir Maragatería. Y a la mente me viene aquel ministro de Agricultura que tan poco le duró a González cuando en un despiste manifestó su pena porque Franco no hubiera construido más pantanos. Pantanos que no hace falta sean faraónicos como Riaño, que minimicen el impacto ambiental, de escasa capacidad y más número en las cabeceras, sin desarraigar a nadie de su tierra; miniembalses en las Omañas, en Maragatería, en la Valduerna, en la Cabrera. Pues no podemos ni debemos permitir que el agua se nos vaya de la cesta. Hay que aprovecharla, repartirla racionalmente y si no quieren Vidrieros que aguanten su vela. Es la única forma con la que las azadas no se levanten airadas. Aunque sea escasa, con agua brindemos por ello.

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