Toledo intenta evitar que las monjas de Grajal se lleven su patrimonio

Ahora en Toledo. El gobierno de Castilla-La Mancha ha encargado a sus servicios jurídicos que actúen para conocer la situación del patrimonio del convento que ocupan desde hace más de un año las carmelitas descalzas de Grajal de Campos. La consejera de Cultura manchega, Soledad Herrero, indicó que su departamento se ha puesto en contactos con los abogados del gobierno autonómico después de que historiadores y académicos de Bellas Artes alertaran de que cabía la posibilidad de que algunas de las obras de arte del cenobio se trasladaran fuera de la ciudad. En el inventario figura un cuadro del Greco. Las carmelitas descalzas están todavía en litigios con la Orden Tercera de San Antonio de Grajal de Campos ya que cuando abandonaron el convento leonés se llevaron consigo tres tallas, un Cristo Yacente, una Inmaculada y un San José con el Niño en brazos. Las monjas ocuparon el convento de Toledo que previamente habían abandonado, hacía dos años, las capuchinas. La priora de las Carmelitas que ocupan ahora el convento toledano confirmó que el próximo 7 de mayo llegará a Toledo, desde el Puerto de Santa María (Cádiz), la presidenta de la congregación de las capuchinas «para firmar un documento» por el que el convento de Toledo pasará a la federación de esta comunidad religiosa, «al haber desaparecido las personas jurídicas de este convento». Según la Consejería de Cultura, hace dos años responsables de este departamento mantuvieron conversaciones con el Arzobispado de Toledo cuando las hermanas capuchinas abandonaron Toledo y explica que la firma del «documento que hay prevista para el 7 de mayo viene a refrendar lo que se acordó verbalmente hace dos años, dejando constancia por escrito la orden de que no se mueva el patrimonio». Soledad Herrero informó en un comunicado de que la consejería ya se ha puesto en contacto con el Obispado de Toledo y ha destacado «el buen entendimiento». De este modo, el gobierno manchego ya ha comenzado a presentar batalla a las monjas, para evitar que trasladen parte de su patrimonio, como ocurrió en el convento de Grajal de Campos.