Diario de León

| Reportaje | La mototerapia llega a La Bañeza |

Cuando la felicidad llega sobre dos ruedas

Las personas con discapacidad internas en Nuestra Señora del Valle conocen la sensación de velocidad gracias a Moteros Solidarios

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A. Domingo - la bañeza
León

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Algo tan sencillo como subir en una motocicleta puede suponer, para personas con discapacidad, toda una sesión terapéutica en el mejor de los casos o, cuando menos, un motivo de auténtica alegría. Las caras de los residentes del centro Nuestra Señora del Valle, rebosaban ayer satisfacción en sus paseos a bordo de las máquinas de Moteros Solidarios. En un circuito diseñado entre los pabellones del centro para personas con discapacidad, los internos válidos subían a las motos por sí mismos, mientras que otros pasaban de la silla de ruedas al asiento trasero con la ayuda de monitores y motociclistas, donde, con la ayuda de cinturones, e incluso con el apoyo de un monitor trotando junto a la moto, realizaban un corto recorrido. La responsable de la actividad, organizada por el Departamento de Dinámica de Nuestra Señora del Valle, Carmen González Rodríguez, señalaba ayer que la ayuda de Moteros Solidarios supone par estas personas «disfrutar de nuevas sensaciones y experimentar la velocidad», pero, ante todo, la actividad supone un ejercicio de auténtica integración. «Se habla de integración de las personas con discapacidad en grandes foros y ponencias, cuando se trata de algo tan sencillo como la buena voluntad de Moteros Solidarios». González quiso mostrar el agradecimiento de Nuestra Señora del Valle a la asociación de motociclistas y a la Cruz Roja en La Bañeza, por su colaboración en la organización del acto. Desde Moteros Solidarios -denominación que se encuentra en los listados del Registro de Patentes y Marcas-, Ramón Carro y Félix Vega, que ocupan la presidencia y vicepresidencia de la asociación, respectivamente- explicaron que la organización nació hace cinco años, «con una concentración en Navatejera, a la que siguieron otras en San Román de la Vega y en Asprona». Se inventó entonces «la mototerapia, cuya filosofía es hacer feliz a estas personas, gente que nunca ha subido a una moto». Estímulo y respuesta Carro y Vega recuerdan el caso de una discapacitada, abandonada por su familia y recogida por Asprona. Fue gracias a Moteros Solidarios cuando la felicidad volvió a dibujarse en su cara: «Quienes la atendían nos dijeron que hacía un año que no la veían sonreír, aunque también es cierto que, al terminar la actividad, lloraba, porque no quería que nos marchásemos». Los moteros señalan que la actividad está exenta de riesgos, «porque vamos a velocidades muy cortas». Por otra parte, «una vez que se sientan en la moto se quedan quietos. Algunos reproducen el sonido del motor y los que pueden hablar te piden que pites». Además, la mototerapia establece una relación entre el motero y los usuarios, propiciada por el cariño de las personas con discapacidad: «Es tal el grado de satisfacción que les produce, que algunos te comen a besos. Nos han contado casos de chavales que han llenado su habitación de fotografías montados en la moto y los monitores siempre han destacado los beneficios de la actividad para estas personas, desde el punto de vista sensorial y para su psicomotricidad». La actividad no es sólo gratificante para quienes conviven con la discapacidad, a tenor del énfasis que se aprecia en las declaraciones de los responsables de la asociación.

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