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MARTÍN MARTÍNEZ
León

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QUERIDO hermano: Agua de mayo ha venido; así la esperábamos, aunque algunos ya se impacientan porque quieren más sol. Todo se andará, dejemos que el tiempo corra, porque da satisfacción ver los campos leoneses y castellanos, los de secano especialmente, de aquí a Valladolid. Vi unos trigos y cebadas hermosos; campos espigados a los que Machado hubiera sacado bellos versos; la cosecha, querido, está asegurada, siempre que ahora no vengan las nieblas a hacer la puñeta, que no le entre el mildiú, la roya o el piojillo y den al traste con las ilusiones del sembrador. Pues sí, ya has visto que Viti, nuestra procuradora, procuró un viaje de plumillas astorganos para mostrarnos las nuevas Cortes de Castilla y León, y algo más que ya han contado Maite y Quique. Por eso del laboreo solamente viajamos cuatro; hasta se nos hizo la foto de rigor que has visto. Y no es por incordiar, no; el edificio, como dicen ahora, es una pasada, buena muestra arquitectónica, singular, y al parecer funcional, que eso debe contar. Tuvimos como guías a la propia Viti, al jefe de informática y comunicación y a Ángel, de protocolo, quien se desvivió con nosotros; compartimos almuerzo con periodistas parlamentarios de diversos medios que nos contaron algunas maldades que ahora no van al caso. Te digo que no es por incordiar, pero el edificio me hizo pensar que si hubiéramos sido una miaja más austeros no daríamos la sensación de despilfarro; que eso parece pregonar el edificio, cuando todos sabemos cómo andan estas provincias, unas más que otras. Tal vez sean necesarias, convenientes y hasta saludables, esas demostraciones que, por añadidura, se hacen a cuenta de todos, en reparto que se supone es equitativo. Por otro lado recuerda lo que nos decía Falagán en la pubertad: «Cuando te veas arruinado, cómprate un traje nuevo». Lo exterior, la fachada, la apariencia, es lo que vende; la ruina puede encubrirse. Y José Luis Rodríguez Zapatero dixit; urbi et orbi, desde su escaño azul del Parlamento, en su condición de presidente del Gobierno proclamó a los cuatro vientos la querencia que siente por este lugar, donde siendo un rapaz firmó y refrendó aquel famoso pacto de la mantecada , que fue el pistoletazo de salida para alcanzar, al correr de los años, el puesto que tiene allí. Andaba urgándole en la llaga autonómica y financiera uno de esos moscones cojoneros que manda a los madriles Esquerra Republicana, que ya parece ex de Carod Rovira. Un tal Joan Ridao le exigía pasta con seguridad, que eso no lo oí, para levantar algo. Ya has visto, hermano, que los catalanes, finos ellos, levantan soluciones urgentes de abastecimiento de agua, bajo tierra y por las medianas, pero levantan. Debía pedir el tal Ridao además del entubamiento, que algún día puede servir para exportar el cava a través del mismo, alguna gollería que no sentó bien al presidente. Y salta Rodríguez Zapatero y dice, poco más o menos no al pie de la frase, que en el reparto financiero autonómico un ciudadano de Astorga debe disfrutar de los mismos servicios que uno de Cataluña. Olé los tuyos presidente. Cúmplelo; porque, vamos a ver, y con buen talante. ¿Qué pasa con el ferrocarril de la Vía de la Plata? A Villalba ya no le pregunto por lo de FEVE; quisiera saber cómo va lo del Lyda, pues de seguir así se nos pasará el arroz; lo del peaje y autopista ya casi nos hemos olvidado. Quizás saques la cabeza por la valla de la autonomía y digas que no es tuyo, que no toca lo de la autovía a Braganza, que sí bailó en aquello que se llamó Plan Oeste. O el hospital. Como sé lo ocupado que anda nuestro presidente, te encargo le hagas llegar estas cosinas, que él no tendrá tiempo de escribir a un mantecadero y como ahí va de vez en cuando, ya sabes. Y de mi parte le das las gracias por dejar sentado que Astorga existe; aquí si firmas un buen pacto te lanzas al estrellato. Que te vaya bien, hermano.