Diario de León

| Reportaje | Bomberos voluntarios |

«Falla el tiempo de reacción»

Los voluntarios más jóvenes del servicio de extinción aseguran que llegan a los incendios lo antes posible, «pero esto no es un parque, con gente preparada para salir según llaman»

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A. Domingo - la bañeza
León

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«Cuando te avisan de que hay fuego, tu primer objetivo es llegar a la nave donde está el camión los antes posible, dándole caña al coche o a la moto. Luego, te vistes y, cuando arranca el camión, te cuentan lo que hay y te vas haciendo la película en la cabeza... Luego, una vez que llegas, todo es completamente distinto a como te lo han dicho». Es el relato apasionado de Luis Prieto Pérez, de 23 años, y de Pedro Simón Zorita, de 22. Electricista y confitero, respectivamente, pero bomberos por vocación y los voluntarios más jóvenes en La Bañeza para atender el servicio municipal de extinción de incendios. Ambos han asistido a los cursos de extinción de la Diputación provincial y preparan oposiciones para ingresar en un cuerpo de bomberos. Su atracción por este trabajo «no se puede explicar, se lleva dentro. Es el oficio que más te gusta, en el que ves que encajas». Y, mientras llega su oportunidad, matan el gusanillo con un viejo Pegaso, aunque «el Ayuntamiento lo tiene bien mantenido» o, como Luis Prieto, «cogiendo la mochila y marchando unos días para Galicia como voluntario», aquel verano del 2006, en el que el fuego asoló la comunidad vecina. «Te ponen pingando siempre» «Esto no es un parque de bomberos, no estás esperando a que te llamen para salir corriendo. Tienes que venir y ponerte el traje. No estamos mal de equipo y permanecemos localizables, pero falla el tiempo que tardas en llegar al fuego y son minutos que a la gente se le hacen muy largos. Por eso, cuando llegas, te ponen pingando siempre». Pedro Simón y Luis Prieto tienen cuerda para rato, hablan de algo que les entusiasma y reconocen que ese tiempo tan largo para los que esperan «son los minutos que nos gustaría ganar, aunque siempre vamos en cuanto podemos. Además, en cuestión de un momento, un incendio cambia y normalmente siempre va a peor». Los voluntarios de La Bañeza disponen de trajes ignífugos, equipos de respiración, cascos, pero «hace falta un parque para el sur de la provincia. Está desatendido. Llégate a Morla desde León: si arde una casa, quizá ya no la encuentres; o un accidente en Castrocontrigo, en el que hay que excarcelar a alguien que está herido...» Mientras llega la solución que ven definitiva, «si la Policía Local te dice que el fuego es serio, siempre avisas a León. Te cubres las espaldas, porque tienes la oportunidad de decirles que regresen al parque y, al fin y al cabo, quienes verdaderamente tiene equipo para actuar son ellos y no nosotros». Hasta que llega León, transcurren «entre 40 y 45 minutos y vienen pisándole y por la autopista», en los que el voluntario se puede ver superado. Así, en un incendio que se produjo en una granja a principios de abril, en el que ardieron toneladas de paja, «nos avisaron de que ardían rastrojos y luego nos caían las pacas ardiendo casi encima». Con la brigada de extinción de la capital, los voluntarios bañezanos se limitaron a suministrar agua. «No se ve nada» Que nadie crea «que en una casa en llamas se ve todo, como en las películas. Lo único que hay es humo, que impide la visión, y la única forma que tienes de salir de ahí es seguir la manguera». Pese su juventud, llevan más de dos años dedicados al servicio local contra incendios, y señalan que al fuego «se le ataca protegido y con cabeza, con un orden de prioridades, porque el problema es que no existe un bombero del bombero. Lo primero eres tú -te tienes que sentir seguro-, luego las víctimas y, por último, los bienes materiales». En cuanto a la forma de actuar, indican que cada siniestro es diferente, en función de cuál es su origen y dónde se localiza: «No es lo mismo un fuego en un piso que al aire libre, ni se apaga igual el combustible derramado, que el gas o la madera». Para el ciudadano, que no entiende de fuegos y raro es el que recuerda el llamado efecto backdraft , la explosión súbita que se produce, por ejemplo, al abrir la puerta de una habitación en llamas, recomiendan «no intentar apagar el fuego, a menos que sea cuestión de un cubo de agua, avisar cuanto antes al 112 y procurar cerrar las ventanas y las puertas de la casa, abandonándola cuanto antes -gateando si hubiera humo-, con el fin de que el fuego consuma el oxígeno.

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