| Reportaje | Las consecuencias de una infección por hongos |
El palacio pierde la sombra de los álamos
Esta vez la caída de los álamos no ha sido culpa ni del otoño, ni de la tala indiscriminada, ni siquiera del fuego que todos los veranos asola los montes. Lo que ha provocado que los doce chopos que adornaban -para unos- y producían reacciones alérgicas -para otros- la plaza de Eduardo de Castro hayan desaparecido ha sido algo tan natural como un hongo, denominado popularmente el moteado del chopo. Por esta razón, a media mañana de ayer, frente al palacio episcopal varios miembros de la brigada de jardinería del Ayuntamiento serraban los árboles para que después un camión-grúa los cargara en su caja ante la atenta mirada de algunos vecinos de la ciudad. De momento, y según confirmó la concejala de Jardines, Isabel de la Iglesia, la plaza continuará igual, con unos alcorques llenos de tierra pero vacíos de raíces, por los menos hasta el próximo mes de septiembre.