Diario de León

| Reportaje | Valderas está de fiesta |

Magia y embrujo andaluz

El espectáculo ecuestre de la cuadra alicantina del Rancho Saray quitó el protagonismo a una novillada en la que los dos diestros realizaron faenas con momentos de brillantez

Diego Santos ejecuta una rebolera al tercer novillo de la tarde

Diego Santos ejecuta una rebolera al tercer novillo de la tarde

Publicado por
Armando Medina - corresponsal | valderas
León

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Iba en el cartel como un complemento, pero resultó ser de una belleza desbordante. El espectáculo ecuestre que en la tarde de ayer realizaron los caballos y jinetes del Rancho Saray se metió al público en el bolsillo desde el primer instante que no dejó de aplaudir hasta que terminó. Llegados desde Benidorm esta cuadra alicantina puso en escena un variado número de ejercicios, juegos o trabajos con los caballos que mezclaban música y baile. El público, que llenó tres cuartos de la plaza, no se cansó de aplaudir. Sobre el ruedo podía palparse la magia y el embrujo andaluz. Hubo ejercicios en grupos, de forma individual, a riendas largas con pie en tierra, fases de doma clásica, bailes al compás de la música, saltos espectaculares, delicadas cabriolas... Fue, sin duda, la sorpresa inesperada para los que no conocían el buen hacer de esta cuadra alicantina. Pero antes se lidiaron cuatro novillos para los diestros Diego Santos y José Manuel Sánchez. El festejo tuvo varios altibajos. Empezó con una faena aseada de Diego Santos que recibió a su primer oponente con una larga cambiada con ambas rodillas en tierra. El premio de la oreja se antoja excesivo. El segundo de la tarde, primero en el lote de José Manuel Sánchez, permitió realizar la mejor faena del día. El diestro lo recibió toreando a la verónica abriendo bien el compás. En el trasteo, el toro repetía e iba muy largo y el torero lo entendió a la perfección bajándole la mano y llevándolo siempre ensimismado en la muleta. Lo mató de una estocada un poco baja. El premio volvieron a ser los dos apéndices del animal, en esta ocasión merecidos. La lidia del tercero y cuarto resultaron aburrida, especialmente la del último que no permitió nada. Es más, tenía hechuras de becerro más de novillo

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