Vegamián honra a San Antonio

Los vecinos de Vegamián nos enseñaron hace ya 42 años una verdadera lección de convivencia, de amistad, de entendimiento y resignación ante la dura realidad del sacrificio colectivo de una comunidad feliz, en aras del impersonal beneficio de otras gentes que nunca llegaron a saber el nombre y apellidos de quienes tuvieron que abandonar sus hogares con un forzoso altruismo. Por eso no es extraño que nuestro calificativo, en clave de cariño, no pueda ser otro más apropiado, que el de entrañable.

Hoy, cuarenta y dos años después del doloroso adiós, los vegamianeses mantienen viva la llama de la fidelidad a sus ancestros y repiten un año más la ceremonia del encuentro en el marco que les regaló la Naturaleza con desbordante prodigalidad: el valle de Pardomino acondicionado desde el fin de semana por un atareado escuadrón, que a manera de «hacendera» comunitaria realiza las tareas de limpieza y preparación del entorno para un mejor acceso y disfrute de las campas festivas.

Pero no es tarea fácil organizar y coordinar cada año esta reunión multitudinaria, donde los protagonistas directos de ayer han sabido transmitir su mensaje de afecto a los herederos de hoy. Los vegamianeses han tenido la suerte de contar con un incombustible equipo encabezado por el incansable Florencio Fernández Santos, que desde su condición sacerdotal ha sabido conectar con grandes y chicos para «vender» un auténtico y emocionado encuentro en el que se mezclan las añoranzas de antaño con la realidad actual con el deseo común de disfrutar todos juntos.

El saludo oficial que esta Comisión abierta ofrece a sus paisanos y simpatizantes, es un fiel reflejo de los valores cotidianos que dieron vida a los quehaceres truncados por el exilio, y un canto a la esperanza en otros valores más permanentes.

Transcribimos una parte sustancial del saludo en el que se mezclan los recuerdos de ayer con la realidad de hoy, suscrito por Jesús Sánchez Bayón: «Hace ya unos días que la primavera se manifiesta con toda intensidad: han regresado los pájaros con sus vuelos rasantes y ruidosos cánticos; ríos y arroyos vuelven a su cauce; brotan flores en campos, espinos y escobas. Hay mayor actividad y los convecinos coinciden en su ir y venir por los caminos. Personas de los pueblos que nos rodean acuden al nuestro, a realizar sus compras; y las que desde aquí surten de alimentos a otras poblaciones salen con el reparto con la tranquilidad que proporciona el buen tiempo. Los veraneantes han anunciado y comprometido la fecha de llegada; el verano está próximo.

Ahora, en este ambiente de renovación nos proponemos celebrar la fiesta de San Antonio. ¡encalad las casas; preparad tortas y bollos; reservad la última hora de la tarde para el paseo a la ermita y la asistencia a la Novena del Santo! Como prolegómeno de la concurrencia en la pradera el día de la fiesta...

Este ciclo estacional, con sus tareas asociadas, ha quedado apartado de nuestra realidad, pero pervive en nuestra memoria. Con la nostalgia de éstos y otros recuerdos, con la inevitable ausencia de muchos seres queridos, pero con la satisfacción de mantener el espíritu del pueblo; y disfrutando de la compañía de familiares y vecinos, con los antiguos y nuevos amigos; en otro tiempo y en distito lugar, 42 años después y en Pardomino ¡celebramos San Antonio!».