Diario de León

Las huestes del César aniquilan un poblado astur para entrar en la ciudad

Romanos y astures aplazan sus hostilidades hasta la celebración del circo. El mercado ofrecerá hasta el domingo mercancías de diversos puntos del imperio

La llegada de los romanos a Astúrica fue sangrienta.

La llegada de los romanos a Astúrica fue sangrienta.

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maite almanza | astorga
León

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Se veía venir la tragedia. La rivalidad entre astures y romanos, que se saldó con una orgía de sangre a la llegada a Astúrica Augusta del César Josefus Orologius I, era perceptible en los discursos con los que el Caudillo astur Sebius y el cónsul romano Marco Emilio Lépido inauguraron el mercado. Cuando éste invito a los astures a adherirse voluntariamente a Roma, el Caudillo le advirtió de que si las legiones llegaban como invasores, su pueblo se defendería hasta morir.

Por fortuna, la gresca quedó aplazada ante la necesidad de recorrer los cerca de sesenta puestos en los que los mercaderes llegados desde lejanos puntos del imperio ofrecían licores, adornos femeninos, armas y atuendos para ambos bandos, o juguetes para los niños. Aunque la tranquilidad duró poco. La llegada del César obligó a retomar las hostilidades. Los legionarios romanos mandaron un emisario al campamento astur para tantear a sus contrincantes sobre la posibilidad de firmar la paz. Los astures respondieron cortándole la cabeza al mensajero y haciéndola rodar hasta las líneas enemigas.

Suicidios . En la batalla posterior perecieron todos los astures, y las mujeres y niños que no lo hicieron prefirieron suicidarse ingiriendo una poción elaborada con tejo antes que someterse al yugo romano. Sólo quedó vivo un astur, al que los romanos despojaron de su torques para entregárselo al César como símbolo de las riquezas a las que los romanos iban a acceder. «No dudéis en matarlos cuanto antes», instó Josefus Orologius I a sus huestes, en alusión al valor denodado de los astures, al tiempo que rogaba la protección de los dioses. «Habéis llegado avasallando, humillando, derramando sangre», le reprochó el Caudillo, advirtiéndole de que los astures no se rendirían tan fácilmente. En vista de la situación, el César retó a los astures a una pelea hoy en el circo.

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