Los frailes abandonan el monasterio de Rabanal y dejan siete pueblos sin cura
El obispo no accede a la petición del pueblo, que solicitaba un nuevo párroco
La vida monástica ha desaparecido de San Salvador del Monte Irago. Tras el abucheo que sufrieron los monjes por parte de un grupo de vecinos de Rabanal del Camino los días 15 y 16 de agosto, en los que fue necesaria la intervención de la Guardia Civil, los monjes se prepararon para emprender un viaje a la Abadía de Santa Otilia, en el Estado de Baviera (Alemania), de la que dependen en virtud de su condición de religiosos.
Según testimonios recogidos en el pueblo, los frailes abandonaron Rabanal, las siete parroquias que atienden en la zona y el albergue de peregrinos que regentan en la localidad maragata el martes 18, sin que se conozca su vuelta.
Días más tarde, el 21, el Obispado de Astorga emitió un comunicado en el que condenaba tajantemente los incidentes. «Es de todo punto inaceptable el acoso al que se sometió a la Comunidad Monástica del Monte Irago», además de asegurar que los monjes no tienen competencia en la restauración de la iglesia de la Asunción, en Rabanal, si bien se mostraba sorpresa por el que hubieran trascendido detalles del proyecto.
Desde la sede episcopal se manifestaba el deseo de que los monjes «regresen lo antes posible, para continuar la vida monástica, la atención a Rabanal y otros pueblos y a los peregrinos», a la vez que se calificaba de privilegio contar con una comunidad «que ofrece celebraciones litúrgicas modélicas, valoradas por cristianos del pueblo, del contorno y por los miles de peregrinos» en su camino a la tumba del apóstol Santiago.
La última novedad del caso la constituye un comunicado que hizo público ayer la junta vecinal, relativa al escrito del obispado y a la reunión que mantuvieron representantes del pueblo con monseñor Camilo Lorenzo.
Según el escrito, el motivo de la protesta no es el arreglo de la iglesia de la Asunción, sino «la falta de respeto de los monjes a las costumbres y tradiciones de Rabanal del Camino. La nota señala que la actitud de los religiosos es de «prepotencia, orgullo y menosprecio» al pueblo, que se agravó por la fiesta del pueblo.
La nota ironiza sobre la sorpresa de la diócesis por haberse conocido un «proyecto público», desvela que en el encuentro con el obispo éste no accedió a enviar un sacerdote diocesano, como se exige. Para el pueblo, la negativa es una imposición medieval.
Este periódico trató ayer de contrastar este comunicado con monseñor Lorenzo, sin conseguir localizarlo.