Guindillina llionesa

Septiembre nos trae los frutos maduros envueltos en el aroma de las huertas y de los campos que nos muestran su esplendor. Los colores cambian y los verdes van dejando paso a los ocres, a los rojos de los frutos. A los rojos de ese pimiento pequeño que se seca y luego forma parte de la marea roja que da color y vida a los guisos. Ese pimiento se llama guindilla y aquí en las huertas de la provincia se hace de un rojo intenso, la guindillina llionesa. Esa guindilla da su colorín también a los rojos de la encendida marea que viaja por dentro de cada uno de nosotros. Esa marea que es la sangre, donde se guardan los secretos, las informaciones únicas que nos hacen distintos. Esa marea que transporta energía, vida y también enfermedades. Que conste que digo lo de las enfermedades, no por fastidiar, ni añadir preocupaciones al paisanín o paisanina de a pie, que ya tienen bastante con la crisis y la dichosa gripe A; lo digo por aquello de que todos podemos vernos en la necesidad de tener que usar sangre para cualquier adversidad que la vida nos traiga.

Al grano, Manuela, al grano. Me espera la señora cazuela, pues bien, ahí va el menú del banquete de los donantes de sangre para el viernes 25 en el Instituto de Enseñanza Secundaria Río Órbigo.

La receta. Leucocitines en salsa de guindillina llionesa.

Como ingredientes se necesitarán donantes de sangre, para el potaje que tiene lugar cada vez que hay una intervención quirúrgica, o una entrada directa en vena de la bendita bolsa roja hasta el donado necesitado. Sin olvidarnos nunca que la vida es muy caprichosa y el donado podemos ser nosotros en cualquier momento. Hermandad de Donantes de Sangre de León y todos los que han apoyado con su ayuda y su trabajo a esta gran entidad, sin ella no se hubiese llegado al Centro de Hemoterapia y Hemodonación de Castilla y León, éste no deja de ser un hijo de la oronda madre que nació, creció y se hizo grande para llevar salud y vida a todos los rincones de esta provincia nuestra. Si aún no eres donante, no lo dudes, acércate a poner un poco de tu guindillina llionesa en la mesa de la vida.