Un día con un enfermo

Tiene 70 años y lleva once y medio conviviendo con la enfermedad. Antonio García es uno de los usuarios de los servicios de la asociación de alzhéimer, y su caso es similar al de otros afectados, aunque cada uno tiene sus particularidades. Su esposa, Avelina Martínez, lo cuida con mimo. Necesita la ayuda de una auxiliar del centro de día para levantarlo de la cama. Desde ese momento, toda la jornada gira para ella en torno a su marido. Tiene la inmensa suerte de contar con el apoyo de sus hijos, y los expertos aseguran que, en estos casos, si la familia se vuelve una piña en torno al enfermo, su calidad de vida es mejor.

Su hija, Veli García, resalta que la atención a este tipo de enfermos «triplica los gastos» en cuestiones cotidianas, como el gel, la ropa interior, o en ocasiones los pañales, y que son gastos que soportan las familias. «Hay que cuidar mucho más la alimentación, y te cambia la vida, porque tienes que dedicarte a él día y noche», asegura. Los familiares de Antonio García reclaman de la Administración mayor flexibilidad y agilidad a la hora de suministrar a este tipo de enfermos las recetas con la medicación o los pañales que necesitan, o a la hora de valorar su estado en las consultas de los especialistas. «Al fin y al cabo son enfermos crónicos que precisarán estos cuidados hasta el final de su vida», señala Veli García. Todos coinciden en resaltar la sensibilidad de los médicos, y en cuestionar la complejidad burocrática en estos asuntos.

Desgaste emocional. «Atender a un enfermo de estas características supone un importante desgaste emocional, que no sería capaz de soportar sin el apoyo de toda la familia», señala Avelina Martínez. Sin embargo, ella es de las más participativas en las actividades de la asociación, a las que suele acudir en compañía de su marido. También es frecuente verla acompañarlo en sus paseos matutinos hasta la plaza Mayor.