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La falta de vocaciones obliga a trasladar el Seminario Mayor de Astorga a Salamanca

El edificio, que acumula más de 225 años de historia, cuenta en la actualidad con solo dos aspirantes a sacerdote

Imagen del Seminario Mayor en el Palacio del Obispado de Astorga. RAMIRO

León

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La falta de vocaciones parece estar detrás de la decisión del Obispado de Astorga de trasladar su Seminario Mayor a Salamanca.

Según explica el propio obispo de la Diócesis, Jesús Fernandez, en la red social X, «nuestro Seminario Mayor no se cierra, pero se traslada a Salamanca». En este sentido, asegura que «lamentarse no basta, oremos, forjemos una cultura vocacional y creemos contextos donde resuene la llamada de Dios».

En la actualidad tan solo permanecen dos seminaristas en las instalaciones que suman 225 años de servicio a la iglesia.

La década siguiente será difícil, por la escasez de vocaciones en el Seminario Mayor, lo cual llevó a considerar su cierre, y por el descenso en el alumnado interno en el Seminario Menor.

El edificio actual del Seminario se inauguró el 4 de noviembre de 1799 con el cometido de formar y preparar a los sacerdotes en nuestra Diócesis de Astorga.

A lo largo de estos 225 años de historia han pasado por este edificio, que en 1999 fue objeto de una profunda remodelación, un gran número de seminaristas que han ido descendiendo a lo largo de los años. Ya el 2008-2009 fue especialmente difícil, ya que el Seminario Mayor se quedaba con un alumno, por lo que ya entonces se planteó cierre. Pocos días antes del comienzo del curso, un joven llamó a sus puertas y eso evitó, por el momento, el cierre. El curso pudo llevarse a cabo, aunque con gran empobrecimiento.

Desde el curso 2009-10, surge un nuevo planteamiento. Ante la situación de pobreza que supone tener tan pocos alumnos en el edificio del Seminario, el por entonces obispo de la Diócesis Camilo Lorenzo toma la difícil decisión de que los seminaristas de Astorga realicen su formación académica en la Facultad San Dámaso de Madrid y la Facultad de Santiago de Compostela.

En el mes de agosto de 2011, el Seminario es lugar de acogida y encuentro para peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, en la que participaron la mayoría del Seminario Menor y todos los alumnos del Mayor, cuatro en ese momento, además de dos que entrarían para el curso próximo.

El curso 2011-12 supone ya ver un poco de luz al final del túnel. Seis seminaristas realizan su formación académica: cinco en Santiago de Compostela y uno en Madrid.

Durante el curso 2012-2013 surge una gran dificultad en el Seminario Menor: la previsión de alumnos internos se reducía a cinco o seis. Esta situación supone una gran pobreza formativa, académica y vital. Como en la ciudad de Astorga no existe una oferta de Bachillerato en los colegios católicos existentes, tras consultarlo a los organismos necesarios, se toma la decisión de trasladarlo a Ponferrada. Se instalará en el edificio del Colegio Diocesano San Ignacio, donde los seminaristas menores recibirán su formación académica.

Hasta el curso 2014-2015, concretamente el 4 de octubre, no se celebran Sagradas Órdenes de Presbítero. Después de siete años de sequía sin ninguna Ordenación, Camilo Lorenz confiere el presbiterado por última vez como obispo de Astorga.

En esta recta final de su pontificado, Lorenzo vive un hecho importante para él y para la Diócesis, ya que los alumnos del Seminario Mayor vuelven a residir en Astorga desde el curso 2015-2016. Vivirán su formación sacerdotal en Astorga y acudirán diariamente al Centro Superior de Estudios Teológicos de León para recibir la formación académica.

Desde entonces, la falta de nuevas vocaciones ha reducido el número de aspirantes a solo dos, que son con los que cuenta el edificio en la actualidad, lo que hace para el Obispado inviable su permanencia.

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El Papa Francisco anunció el pasado mes de mayo su intención de fusionar, incluso traspando las líneas divisorias de las diócesis, los seminarios españoles, la gran mayoría vaciados por la falta de vocaciones.

Según una información publicada por Religión Digital, el objetivo es que «en el plazo de tres años todos los seminarios mayores en España tengan el número adecuado de seminaristas y formadores dedicados exclusivamente a la formación». Aunque el plazo dado es más corto para aquellos seminarios «que tengan diez seminaristas o menos en las etapas discipular y configuradora, ambas sumadas», que «deberán integrarse con otros seminarios mayores de la misma provincia eclesiástica o, al menos, de la misma región o área cultural».

Igualmente, de cara al próximo curso se establece «que la comunidad formativa de cada propedéutico cuente con un mínimo de diez candidatos y de dos formadores dedicados de manera exclusiva», con duración «mínima de un año para todos los candidatos menores de 35 años que iniciarán la formación sacerdotal, salvo que la conferencia episcopal reduzca la edad límite inferior para ingresar en el o los seminarios de vocaciones adultas», y su sede debe ser un edificio distinto al del seminario mayor o menor de la o de las diócesis interesadas. El protocolo exigido por Roma insta también al episcopado español a que para el próximo curso 2024-2025 «deberá estar constituido al menos un seminario nacional para vocaciones adultas, es decir, para candidatos mayores de 35 años que comiencen la formación inicial».