Así fue el juicio en la jornada de ayer
La vista oral que determinará las responsabilidades en el accidente que el 28 de octubre de 2013 costó la vida a seis mineros (y lesiones a otros ocho) en el Pozo Emilio del Valle de la Hullera Vasco Leonesa enfila esta semana las declaraciones de los ocho últimos testigos citados por las defensas de los 16 acusados. Las testificales se llevarán a cabo hoy lunes y mañana en el Juzgado de lo Penal 2 de León.
A partir del miércoles comenzarán a prestar declaración los citados como testigos peritos, esta semana los técnicos del Servicio de Minas de la Junta de Castilla y León y a partir del lunes de la próxima semana también los médicos forenses y psiquiatra que declararán sobre la situación de los mineros heridos.
Las familias de los fallecidos (menos uno que ya había llegado a un acuerdo con la empresa y no está en la causa) y los lesionados llegaron a un acuerdo con Mapfre q ue les permitirá percibir al menos las indemnizaciones que ha fijado el fiscal, pero no renuncian a las cantidades más elevadas que solicitan a través de sus acusaciones particulares.
Tras los médicos declararán los peritos de las defensas, y finalmente el perito del juzgado Pedro Riesgo, además de más médicos forenses. A finales de mes se presentarán las conclusiones definitivas.
13.50
Finaliza la sesión del día de hoy.
12.55
Comienza la declaración de Manuel Alcalde García, electromecánico de la Vasco. Que en octubre de 2013 era delegado sindical. Y miembro del comité de seguridad.
Señala que el plan de evacuación estaba claramente diseñado y todos los trabajadores lo conocían. En el momento del accidente estaba en el macizo 9º, y acudió tras oír por los telefonillos que había pasado algo en la 7ª. Ya estaban sacando a los compañeros cuando llegó. Entró con Óscar Gutiérrez a sacar a Roberto Crespo. Entró "sabiendo que no es lo correcto, sabía que el plan de evacuación era bajar a la planta de abajo y esperar órdenes". No tuvo problemas para colocarse el autorrescatador, habían dado cursos.
Las personas que entraron al rescate lo hicieron a título personal, "quieres actuar lo más rápido posible". Había autorrescatadores suficientes "y a mayores dos estaciones". No recuerda que nadie diera órdenes de entrar a rescatar, sino que era por solidaridad.
Como representante sindical señala que no percibía clima de inseguridad o alarma en la mina por un exceso de metano. "El macizo tenía su peculiaridad, pero no. Personalmente nadie le dijo nada". Al taller de la 7ª fue sólo el día 24 de octubre en el recorrido de seguridad, pero nadie le expresó ninguna preocupación. Y el trabajo se desarrollaba con normalidad.
En el macizo 9 unos años antes de ocurrir el accidente se consiguió que estuviera un delegado por cada relevo porque había subidas de gas.
Visitó el taller con Minas el día 31 de octubre y no se encontró ningún deterioro. "Ese mismo día Minas prohibió la entrada allí. Paralizaron las tareas sin saber lo que había en el postaller". Pero las pilas estaban asentadas. Y ese día "el sutiraje estaba sin echar".
Cree que no había motivo para que no les comunicaran incidencias al comité, como sí hicieron en el macizo 9º.
La acusación pregunta por el uso de las camillas el día del accidente. "Cuando entramos los sacamos sin camillas".
En el recorrido de seguridad del día 24 recuerda que apuntó una fuga de aire y "cosas que íbamos viendo". Sobre un incidente el día 25 señala que estaba trabajando, y no estaba en esa zona. Se refiere el letrado a una caída parcial de bóveda que elevó el nivel de metano al 5%, y no señala si se lo tienen que comunicar o no al comité de seguridad. "Yo estaba trabajando", insiste. Y que si hubiera habido una bóveda grande o sobre el taller sería una incidencia grave que tendría que haberse comunicado al comité de seguridad, pero no se hizo.
Pregunta la acusación por el despido de dos ingenieros en abril, por "un tema de seguridad". Se negaron a entrar en un lugar que la dirección general quería que entraran porque era peligroso. Los sindicatos "estuvieron en ello". Personalmente no le consta que alguno de los trabajadores del taller siniestrado tuviera miedo a entrar porque no fuera segura.
También le pregunta por represalias de la empresa a "trabajadores díscolos". No lo sabe, "cuando había algo se trataba de arreglar en el grupo o se llevaba al comité". Le preguntan por traslados que implicaban cobrar menos, pero el testigo dice que no sabe.
Sí señala que Minas pidió al comité de seguridad un informe del accidente, y que los ingenieros les propusieron suscribir un informe con el que no estaban de acuerdo. "Sí, porque sin inspeccionar lo que había en el postaller no es algo objetivo". Dice que no es técnico y no contesta a si la bóveda puede caer en unas zonas y en otras no.
Después del accidente trabajó en la mina hasta 2017, cuando se prejubiló. Trabajó después en el Flanco Sur, donde había equipos de suministro de aire puro y les enseñaron cómo utilizarlo.
Sí sabe que en mayo de 2012 hubo una explosión de gas, pero no recuerda si fue a raíz de eso cuando se pusieron más medidas de seguridad, o en otro incidente al entrar en la capa en 2009, cuando se pusieron más medidas de seguridad por posibilidad de una invasión súbita de metano. "No sé, pero aquella vez sí se hicieron cosas".
No recuerda, pero cree que sí, les informaron de las sustituciones tras los despidos de abril. Y no les consultaron sobre el perfil de los sustitutos.
Señala a las defensas que si el incidente del 25 de octubre de subida de grisú al 5% hubiera sido grave tenía que haberse recogido en los libros de relevos de vigilantes, y no fue así porque se puso que todo era normal.
Considera que Carlos Conejo también puso en peligro su vida en los rescates de las víctimas.
11.05
Llaman a declarar al testigo Miguel Sánchez García. Trabajaba en la Hullera Vasco Leonesa desde 1992 y fue miembro del comité de empresa, comité de centro del Pozo Emilio y del comité de Seguridad. Se fue de la empresa en 2015 con la categoría de sutirador.
A preguntas de la defensa señala que en 2013 era delegado sindical de USO, y llevaba tiempo en la representación sindical, "años". En el macizo 7º sólo estuvo antes del accidente el 24 de octubre en el recorrido de seguridad, en el que "nadie me comentó ningún temor". Y señala que su trabajo como sindicalista consistía en recibir las quejas e intentar arreglarlo en el grupo, y si no acudir al comité intercentros o en última instancia al juzgado. "Pero cambio de relevo, hojas y seguridad, primero en el grupo".
Desde que se inició la explotación del taller siniestrado "a mi no me presentaron ninguna queja", y no sabe si lo hicieron a otros compañeros. Cree que les comentaban los problemas y "se anotaba". El día 24 llevaban metanómetros en la visita, y mientras estuvo en esa rampla y macizo no registraron valores extraños. "Eran valores normales, nada más que sube un poco se enciende y pita".
Sí sabían que era una mina de tercera categoría, "fue lo que marcó Minas en su momento, es grisuosa, sí". El día 24 sí se cumplían las normas ITC y las DIS. No recuerda si los días anteriores le habían dicho que los niveles habían subido, y sobre si se cumplían las medidas señala: "Se haría".
En esa visita se apuntó la necesidad de mejorar la ventilación en la rampla del 9ª. "Algún compañero comentó que salía el sutiraje caliente, y eso puede hacer que salgan gases y haber fuego". Porque "los compañeros decían lo que se comentaba al cambiar los relevos". Recuerda que en agosto de 2013 se firmó una DIS específica de minados en virgen, y que las DIS las marcaba Minas y la empresa les presentaba un documento "con las mejoras que había que hacer en los trabajos. Intentábamos que se recogieran más mejoras, nunca se recogían, pero firmamos porque eran mejoras de seguridad".
Señala que "la autoridad minera a nosotros normalmente no nos hacía mucho caso"; y que cuando "venían los de Minas a hacer visitas no nos avisaban", entonces "hacíamos las denuncias a través del comité de centros". Se pusieron algunas hace años, "pero últimamente no porque no había casos".
El día 24 no vio ningún elemento que pudiera comprometer la seguridad de la mina. Y que tras el accidente al comité de seguridad la empresa le presentó un informe que fue rechazado. "No estábamos de acuerdo, en el recorrido tras el accidente no vimos lo que había detrás del postaller. Decidimos hacer los comités hacer un informe, en el comité de seguridad no fue posible". La rampa estaba intacta y todos los postes recebados, "igualita que la vi el jueves anterior. No se había movido una pila".
Sí pidieron a la autoridad minera ver el postaller pero Minas prohibió entrar en el taller. Y en 2014 Minas hizo una prescripción que era "exactamente igual que la del 2009". Un accidente también por gas, aquel en una galería y el de 2013 en una rampa. En 2009 Minas determinó que podía ser un desprendimiento instantáneo de grisú. Y en 2014 también apuntó este extremo, según el testigo, por lo que determinó que no se trabajara allí durante un año.
Entiende que la actuación de la autoridad minera no fue correcta, "según había quedado el taller, intacto, había que ver qué había en el postaller". Todo esto se lo comentaron verbalmente al actuario, que tenían que haber qué había detrás del postaller, pero no les dejaron.
El fiscal pregunta sobre el informe que rechazó el comité de seguridad, que fue el que presentó la parte empresarial del comité (formado también por la parte social). "No lo aceptamos porque no éramos técnicos con formación para saber qué había pasado". Recuerda los nombres de los sindicalistas que formaban parte de ese comité, pero no quiénes eran los ingenieros y técnicos.
A las acusaciones señala que llevaba 15 años con el índice de sutirador, y conocía "más o menos" la DIS de seguridad. Reconoce que había que aplicarla a favor de la seguridad, no de la producción. Implica que si se detecta bóveda no se puede sutirar. "Se miraba que no hubiera encima de las pilas, que no quedaran en el aire, porque hubo un accidente en 1997 en Santa Lucía por eso. En el postaller tiene que quedar para que se hunda".
Recuerda que en la visita del 24 de octubre se apuntó que había que cambiar unas tuberías y reparar una avería, "pero era de aire comprimido, no de ventilación".
Sánchez García no aclara si recibió reclamaciones de los mineros sobre represalias en cambios de turnos y trabajos, sólo insiste en que "si llegaba algo, se intentaba arreglar". Sí recuerda el despido de los dos ingenieros en abril, "hicimos todo lo posible por ayudarles. Y cuando salió la sentencia parte de USO puso una denuncia en Minas contra el director, pero Minas dijo que no había nada". Sabían que habían sido despedidos porque se negaban a entrar en un incendio en el Flanco Sur para colocar unos metanómetros, "eso nos dijeron, yo no estaba allí".
"Entendimos que se les habían vulnerado los derechos, por eso estuvimos con ellos hasta el final". Pero a él no le llegó queja de que algunos de los brigadistas fueran enviados al ERTE por eso.
Sobre el incidencia unos días antes del accidente de una caída parcial de bóveda que provocó que el grisú superara el 5% debían haberla comentado al comité de seguridad, "pero no nos dijeron nada".
Insiste en que nunca les comentaron los trabajadores preocupación o tensión porque había más gas del habitual y no caía la bóveda. Y que ellos se negaron a firmar el informe sin ver el postaller, aunque otros sindicatos sí lo hicieron.
Las defensas le preguntan si tuvo conflicto con la Hullera Vasco Leonesa, porque al final de su carrera para prejubilarse tuvo que reclamar en el juzgado la categoría de sutirador. Y señala que en algún momento le mandaron a "limpiar parva".
Señala que es cuñado de Jesús Colmenero Díez, que también declaró ante el juzgado.
Finaliza su declaración
9.50
Carlos Aguayo Lobera comienza su declaración, era vigilante en el servicio de control ambiental. Cree que el jefe de seguridad dependía del director general, pero no lo tiene claro. Las funciones del servicio de monitorización ambiental era controlar los sensores de gas y monitorizarlos en un ordenador para controlar todo. Sí tenían relación con la ventilación y el control del metano; y eran quienes instalaban los sensores y los calibraban periódicamente, también los metanómetros de corte. Y estaban adecuadamente calibrados.
También medían las ventilaciones primarias y secundarias, medían la velocidad del aire y la sección de la galería para controlar el aforo y determinar si era necesario más ventilación. Llevaba todos los grupos de la Hullera Vasco Leonesa. Toda la mina estaba monitorizada 24 horas del día, "y una persona estaba 24 horas al día ante la pantalla por si había alguna alerta", era un vigilante de una empresa, no minero. Las mediciones las pasaban al director facultativo del grupo, y no sabe qué hacía con ellos.
"Nosotros hacíamos las mediciones y quienes valoraban si era suficiente eran los técnicos, yo soy un electricista". Recuerda la visita con el actuario de minas para revisar la ventilación del macizo 7º, Aunque no recuerda los datos de velocidad y caudal del aire, señala que "nunca estuvimos mal en ventilación, si hubo alguna bajada fue puntual". E insiste en que la ventilación es básica para evacuar el gas.
Después del accidente participó en las visitas al taller, y asegura que "estaba perfecto, si no sabían que había habido un accidente allí no notabas nada". Explica que las turbinas de todas las galerías están ubicadas en los mismos lugares. Y que todas las máquinas eléctricas llevan mecanismos de corte y paran al 1,5% de incremento de metano. Mecanismos que revisaba el equipo de control ambiental, del que el testigo es responsable del servicio. Estas paradas se producen para evitar el riesgo de explosión en los equipos eléctricos.
Y tras una subida de metano hay que hacer una entrada lenta de aire para ir expulsando el metano. Sí sabe que los fines de semana, a mina cerrada, se hacían tiros de desgasificación, que recogía el sistema de monitorización. Además se llevaban metanómetros portátiles, que se calibraban una vez al mes, y según las necesidades que se apreciaran. Y se activaban acústica y luminosamente al 1,5% de metano y al 19% de oxígeno.
En el avance de la galería también se realizaban controles de metano, con muestras de carbón cada metro y 10 metros, para analizar y saber el volumen de gas que había en la capa. También hacían la velocidad de desorción y "si daba alta tenían que parar y desgasificar".
A preguntas del fiscal señala que tenían guardias 24 horas, y que en ese macizo había más gas, "cada zona de la mina es un mundo". Y que las máquinas "nunca arrancarían" si el valor de metano no baja del 1,5%.
A las acusaciones señala que los metanómetros de las víctimas podían haberse estudiado para ver los valores de gas. Pero matiza a preguntas de la defensa que estos aparatos personas se saturan al 5%, es decir, que de haberse analizado los de las víctimas no hubieran marcado nivel superior a este.
Sí sabe que en los libros de los días previos al accidente había anotaciones de que había mucho gas, y reconoce que mayor ventilación podía mejorar el nivel de gas y reducir el peligro para los trabajadores. Explica que en los tubos rígidos de ventilación secundaria de la galería 7ª Este era más grandes que los del resto de las explotaciones.
La acusación le expone que en los días anteriores al accidente el nivel de grisú fue de media del 1,5%, pero el testigo dice que no puede valorarlo porque no sabe las labores que se están haciendo y puede generar más gas. El día del accidente estaba trabajando, vio que saltaron las alarmas en las pantallas cuando estaba por el taller en Santa Lucía, donde no notaron los cortes eléctricos. Llamó.
Finaliza su declaración