El huracán Ventura arrasa el Parque
El rejoneador desorejó a su primero, al que se le dio la vuelta al ruedo, y cortó el rabo al quinto en un festejo en el que destacaron las excelentes maneras de Rui Fernandes, que salió también por la puerta grande. Lea Vicens no tuvo su día
Cambió el tercio del público leonés del festejo a pie del sábado a la corrida de rejones del domingo. Una afición distinta, sin embargo con rasgos bien comunes: benevolencia sin fin frente a lo que se le ofrece en el ruedo, y generosidad sin condiciones para los actuantes. Ganas de disfrutar y entusiasmo. ¡Cómo no va a ser del gusto de las figuras acarteladas! Hasta se infundieron ánimos con aplausos a los desatinos, que también los hubo. Qué decir de las ovaciones a los aciertos, en ocasiones con mayor premio a la espectacularidad que al ajuste a la ortodoxia del rejoneo. Mas con semejantes cuadras deslumbrantes y habilidades de doma y toreras, el favor del respetable estaba ganado. Pidió enfervorizado trofeos y los otorgó la autoridad. Y en eso, quizá, se resume la Fiesta. En León.
Así pasó de nuevo por El Parque el huracán Diego Ventura, triunfador en cada plaza que pisan sus cabalgaduras. Desde la primera, Las Ventas (diecinueve puertas grandes no son casualidad) a la más modesta. Este domingo salió arreando y llegó enseguida a los tendidos con banderillas al quiebro, yendo de frente con sus muy toreros caballos, arrebatado en la resolución de las suertes como suele.
Si hubo un protagonista de la tarde fue desde luego Bronce, un caballo que le busca la cara al toro y enloquece al público con su descaro. Y los mordiscos lanzados a los pitones de sus enemigos, marca ya de la casa Ventura, igual de efectiva que en sus inicios. Locura total con su cuadra, más con este caballo de enorme expresividad y torería. Al que quitó el bocado para dejarlo ir con desparpajo a la cara del toro, antes de salir del ruedo andando hacia atrás en medio de una gran ovación.
Se tumbó el toro antes de recibir un rápido rejón de muerte. Pidió el público las orejas y la cuadrilla el rabo. La presidencia sacó el pañuelo azul y se le dio la vuelta al ruedo al de Sánchez y Sánchez. Le pareció poco trofeo al rejoneador, que arrojó contra la barrera los dos apéndices al iniciar la vuelta al ruedo.
En el que hizo quinto citó de frente y quebró, para clavar con desigual atino. Recorrió la barrera con el toro prendido a la grupa y combinó espectacularidad y conocimiento para hacer vibrar a los tendidos. De nuevo el torero Bronce se adornó y lució alardes, que sancionó con rosas y banderillas cortas al violín antes de dejar un rejón que requirió dos golpes de verduguillo. Esta vez no se le resistió el rabo.
Gran clase
Rui Fernandes tuvo en su primero uno de los dos toros colaboradores del encierro. El astado siguió encelado y fijo las cabalgaduras desde los rejones de castigo, con ritmo y celo, sin hacer feos a las grupas. Se dejó llegar el portugués a un toro que tuvo brío y se arrancaba pronto, para clavar al estribo. Duró el astado antes de cerrarse en tablas, y le cortó las dos orejas tras un fulminante rejón de muerte.
Dejó ver sin embargo su mejor versión en el cuarto, un toro reservón que esperó a los caballos hasta el último segundo. Gestionó el caballero sus parones y sus arrancadas descompuestas, clavó con habilidad y cabalgó a dos pistas, banderilleó con enorme mérito al citar desde el otro lado del ruedo para acercarse al límite de un toro aquerenciado en tablas. Lució también una excelente doma, hasta bailaron sus caballos al ritmo del pasodoble. Exprimió tanto a su oponente que ni siquiera tuvo opción de matarlo. Amagó con echarse y acabó derrumbado sin necesitar más castigo.
Lea Vicens simplemente no tuvo su tarde. Falló con los rejones de castigo y se descompuso a la hora de entrar a matar. En su primero, un toro poco colaborador que salió mirando al callejón para buscar salida, sorteó descompuestos arreones del manso, que acabó aculado en la barrera. En el que cerró festejo marró repetidamente con los rejones de castigo, pero articuló después una templada faena con repetidas banderillas al quiebro. Insegura a la hora de matar, alargó la agonía del toro verduguillo en mano hasta hacer desesperar al público. Que, una vez concluido el desatino, se entregó con cariñosas palmas.
ORTEGA CANO CELEBRA LOS 30 AÑOS DEL FESTEJO DE REAPERTURA DEL COSO
En una feria de homenajes y aniversarios, José Ortega Cano pisó este domingo de nuevo el albero de la Plaza del Parque para celebrar el 30 aniversario de la reapertura del coso leonés. Fue en la feria de San Juan de 1994, cuando Gustavo Postigo compró la plaza de León y la salvó de la ruina y la piqueta, cuando encabezó un cartel que completaron Espartaco y César Rincón. Eran las grandes figuras del momento, y el maestro no quiso perderse este domingo la celebración.