Diario de León

El ojo del papón | Jorge Revenga

Señora de las tristezas...

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Jorge Revenga
León

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Ha llegado el día. Prepárense para soñar. Será a las ocho de la tarde. Y ocurrirá en Herreros, esa antigua calle medieval que esconde tanta historia. Sobre las siete y media ya será difícil acercarse a la salida de la procesión. Representantes de cofradías, autoridades, man olas, muchas devotas y público forman hoy el paisaje de esa rúa. Todos nerviosos. Hay bullicio. Sonrisas y saludos. Y mucha ansiedad. Ni siquiera se hará el silencio cuando las campanas del Mercado comiencen a sonar. Entonces, dos bandas -"Minerva y Música del Dulce Nombre- ya habrán abierto recorrido. Solo la aparición de la Señora de las Tristezas por el portón de salida, hará enmudecer el gentío. Entonces -"sólo entonces- podrán percibirse los pulsos de sus braceros.

Un pequeño trecho la separa de la capilla de las Carbajalas, las benedictinas que desde 1603 llevan recibiendo a la Señora. Es probable que algunos hayan decidido esperarla dentro. Cuando las monjas entonen su Salve Regina , ya con la Madre en su casa, quizás no volverán a querer verla nunca en otro lugar. Pero, por favor, no lo cuenten muy alto. Que siga siendo secreto. De hecho, desde que un altavoz saca a la calle sus voces blancas, se ha perdido mucha magia. Pero es así. La técnica -"aunque sea simple y antigua-" nos invade. Y no siempre para bien.

En las arterias del Húmedo y en su paso por la Mayor estará siempre acompañada de gentío. Sus devotas pugnarán, vela en mano, por acercarse más a la Señora. Ella no dejará de mirar el costado de su Hijo muerto pero no se preocupen, sabe que el pueblo de León la adora y Ella también nos lleva dentro, no lo duden.

Si son capaces de moverse por la Ancha y acercarse a la capilla del Cristo de la Victoria, escucharán las voces que le rinden pleitesía. Guarden silencio. En esos momentos la protagonista es Ella y quienes la reciben entre cantos. No desesperen. Ya sé que la estrechez producida por el gentío parece contradecir el nombre de la calle pero, por favor: no hay prisa. Sólo es Viernes de Dolores una vez al año. Respiren profundamente y déjense llevar por las sensaciones. Muy pronto llegará a Santo Domingo y allí podremos elevar hacia los cielos la Salve popular, como cada año, como cada centuria, como siempre se ha hecho; a dos voces entre braceros y devotos. Y así deberá ser y seguir por los siglos de los siglos-¦

Teatro la enmarcará entre cornetas y embocará la Rúa y parecerá no querer llegar otra vez a su casa para seguir soñando. Cuando la Señora de las Tristezas reciba nuevamente las voces de León a su llegada, podremos acostarnos con una sonrisa, esa que la Madre se niega a exhibir pero que tiene guardada en su corazón para los leoneses.

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