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Carralero, «fraile mendicante»

El pintor berciano pregonó ayer la Semana Santa de Cacabelos, enlazando arte y religión

Publicado por
m. j. alonso
León

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La Semana Santa cacabelense recibió a su pregonero ayer, Sábado de Pasión, con un día de retraso con respecto al calendario -"es la Dolorosa del viernes quien abre los actos-" pero con la misma admiración y agradecimiento hacia un artista que lleva su tierra allá donde va, José Carralero, pintor de vida y profesión, y ahora también «fraile mendicante», como ya dijera en su momento el crítico de arte ya fallecido, Mario Antolín -«Carralero pudo haber sido, en otros tiempos, fraile mendicante, pecador inconfeso o alquimista, pero ha nacido tarde y ha escogido el difícil camino del pintor», decía-.

El recuerdo de estas palabras, junto a otras muchas, conformaron un pregón cargado de emotividad y raciocinio, en la que el pintor cacabelense dejó patente la estrecha relación que existe entre el arte y la religión universalmente entendida, «desde los totems de las tribus primitivas, pasando por las Cuevas de Altamira, Mesopotamia, Egipto, Grecia, la India, el Islam y, desde luego, el Cristianismo». Sin olvidar ni restar importancia a ninguna y con el respecto que todas se merecen, pese a que José Carralero no se ha confesado «ni devoto ni practicante». Su hazaña como pregonero de la Semana Santa de Cacabelos y su consiguiente conversión metafórica en «fraile mendicante», responden más bien a la insistencia del párroco. «Hoy, estando en este púlpito, ante este trance que nunca me habría imaginado, si no fuera por el embarque a que me sometió Don Jesús, quizá empiezo a entender algo de lo que dijo el crítico de arte», aseguró.

Y si hubo acercamiento al sentimiento nazareno, también hubo lugar para el recuerdo. El primero para el desaparecido cronista cacabelense Antonio Garay. El segundo, para aquella Semana Santa que él vivió cuando apenas contaba ocho años. «Los de mi edad recordamos el humilde paso de San Juanín, niño, portado por adolescentes que corriendo, a veces con galochas, iban a encontrarse con la Virgen para darle la mala noticia del prendimiento de su hijo». Una escena bien distinta ahora, cuando -apuntó- «ha habido un esplendoroso resurgir de la Semana Santa. Un fenómeno de nexo de cohesión muy a celebrar por todos los cacabelenses». Cofrades, costaleros, hermanos mayores y músicos que «cantan y tocan con elocuencia apasionada y conmovedora a la Virgen de las Angustias».