Y Dios creo al hombre... del tiempo

Preocupación era a las 19.30, cuando acababa de terminar de caer una chupa de consideración pero se estaba empezando a aclarar el cielo. Miedo era a las 20.00, cuando se decretó una prórroga de un cuarto de hora antes de tomar una determinación. Pánico era a las 20.25 cuando el Centro Meteorológico dio a entender que en los siguientes 45 minutos iba a caer la de San Quintín. Y terror fue la consciencia de que no había nada que hacer cuando Agustín Nogal, viceabad de Angustias, entró circunspecto a Santa Nonia para informar a su homónimo de Jesús, Enrique Conty, de que ya podía ir haciendo pública la suspensión de la procesión.

A la Real Cofradía de Minerva y La Vera Cruz, que este año par se pierde el Santo Entierro de Viernes Santo, se le va a quedar reducida la programación de esta Semana Santa a la mínima expresión, por desgracia. Los servicios de previsión meteorológica, de tan mala prensa, de tan buen hacer, acertaron de pleno en las predicciones y los cielos se abrieron sobre la capital como si hiciera siglos que no lloviera a la vera del Bernesga.

Así que, para no estropear el trono nuevo de Nuestra Señora de Las Angustias, que acababa de ser puesto presto para el estreno, para que Jesús Nazareno pueda llegar íntegro en su talla a los actos del IV Centenario y para que Minerva no nadara (nunca mejor dicho) contracorriente y estropease su Piedad, se determinó la conveniencia de suspender la entrega inaugural del Lunes Santo.

Para quitar el mal sabor de boca, las agrupaciones musicales de las tres cofradías se emplearon en el interior de Santa Nonia en compañía de los braceros, que marcaron un simbólico desfile sobre el sitio, por aquello de matar las ganas de pujar y para que la concurrencia diera otra prueba de lo que el ser humano llega a ser en situaciones delicadas. Los que estaban fuera de la capilla porfiaban por entrar a ver el espectáculo. Los que estaban dentro y querían sacar a los niños para fuera, se encontraban con la férrea oposición y un momento de caos sobrevoló los alrededores del Parque de San Francisco, con el aderezo de la enésima tromba de agua, que hay mucho caudal que llevar a Castilla, claro.

Un cuarto de hora más tarde, el funeral llegó a la iglesia de San Marcelo. Santa Marta y La Sagrada Cena se quedó con las ganas de debutar y hubo de conformarse con la parte de su procesión que dice «Rosario» Lo de la «Pasión» quedará para otro momento. «Se adivina en vuestras caras la decepción pero también se advierte la ilusión de venir a sentaros a la mesa de la Madre, aunque el hecho de que estéis aquí ya es un regalo inmenso», mencionó el párroco en su homilía.

«Es una osadía sacar a la calle imágenes que recuerdan la muerte de un justo y que demuestran que el juez de turno estaba corrompido», insistió. «Cuando volváis el Jueves Santo, que el señor se haga presente».

En la Plaza del Grano, todo quedó dispuesto en pocos minutos para que el Vía Crucis se trasladara al interior de Las Carbajalas. «Quienes quieran seguir al Cristo, que se coloquen detrás», se ofreció al público. Y en los soportales, el cortejo hizo su función como pudo y como supo.

Así que sólo El Sepulcro salió a la calle, desafiando a los elementos. Ver al grupo de San Pedro del Castro en la Plaza de San Martín, en la oscuridad de la noche, impresionaba. Lástima de día...