Diario de León

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León

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No hay, al parecer, una norma escrita que designe al papón de Jesús Divino Obrero que se haga cargo de la ceremonia del cambio de manto, pero el Hermano Marcelino disfrutó de la satisfacción especialmente íntima que solamente puede paladear uno de los integrantes de la Real Hermandad. Y a fe que los nervios no llegaron a jugarle una mala pasada, pero la tensión del momento se dejó ver en sus manos. Luego, cuando el proceso concluyó, el abrazo sincero de los hermanos y hasta la complicación de volver a poner el pie a tierra tras haber estrenado la nueva corona, llenaron la mañana de sensaciones confrontadas: la alegría por el éxito, la pena por la Semana Santa que se fue poco después de la sobremesa. Son cosas que tiene el tiempo, que se pasa...

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