Diario de León

EL OJO DEL PAPÓN

Un indulto soñado

Publicado por
JORGE REVENGA
León

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Aunque muchos de ustedes se encuentren aún ajetreados con la vida laboral diaria, estoy seguro que se habrán dado cuenta que las calles, más que nunca, están tomadas de la mañana a la noche. Los bares, repletos. La limonada corre a raudales, los hoteles, sin habitaciones y las puertas de nuestros corazones permanecen abiertas francamente. ¿Acaso queda alguien que todavía no crea que la fiesta de León por antonomasia es nuestra Semana Santa? ¡Tomen nota, munícipes y autoridades! ¡Escuchen -”de verdad-” los sonidos, los silencios y perciban los aromas de la Semana Mayor! Aunque no lo crean, aun puede hacerse mucho por nuestra ciudad en estas fechas. Sobre todo, cuando no es Semana Santa. Pero vayamos al martes, no vaya a ser que con tanto consejo -”probablemente baldío-” nos quedemos con la miel en lo labios.

Sin duda alguna este martes será para Manuela un día inolvidable. Es posible que ni siquiera lo hubiera soñado nunca. Acaso, mientras espera que la procesión llegue a la plaza, no esté plenamente convencida de lo que va a pasar. Pero, por esas casualidades que ofrece a veces el destino, lo que pidió ella con ahínco hasta en dos ocasiones, ha llegado de la mano de la Cofradía del Perdón, esa de túnica franciscana y farol ferroviario que ha conseguido, quizás sin proponérselo, que el martes en León sea el día del Perdón. Frente al Locus Apellationis , donde en el siglo XI se impartía la justicia de más rango, se escenificará el indulto que el Consejo de Ministró otorgó hace días a Manuela. Sé que es una lástima que las rejas catedralicias y la disposición de los pasos en el cortejo, impidan ver los momentos más solemnes. Pero, sin duda, será emocionante oír la campanilla agitada con denuedo que va en busca de la reclusa perdonada y que se encuentra escondida en el palacio episcopal. El Cristo del Perdón (del leonés Ángel Estrada, 1966) contemplará la escena frente a frente. Una vez se pronuncie por nuestro alcalde el tradicional ¡que sea enhorabuena! la penitencial ferroviaria habrá contribuido, una vez más, a escribir la historia de nuestra Pasión con letras de oro.

En el acto intervendrá el Orfeón Leonés y al finalizarlo, ahora que las puestas de largo oficiales están prohibidas por la legislación electoral, la Cofradía del Perdón transitará de vuelta hacia su casa inaugurando la prolongación de Ordoño II. Es cierto que sus pasos no se separarán -”suponemos-” para celebrar un encuentro al final del cortejo pero estamos seguros que La Condena de Cristo (Manuel Becker, 2005-2006), el pequeño Cristo de la Esperanza (anónimo, s. XX) y La Madre de la Paz (Amado Fernández, 1984) agradecerán que el largo recorrido antiguo se vea reducido por el nuevo urbanismo de la ciudad. Para quien aun no lo conozca, debo apuntar que varios reclusos del Centro Penitenciario de Mansilla de la Mulas pujan, con túnica y capillo, como si fueran otros hermanos más, La Condena de Cristo. Y es que esta Cofradía del Santo Cristo del Perdón lleva la solidaridad por bandera. Que así sea por muchos años.

Mientras las calles rebosan de penitentes y papones de acera, cuando los metales y tambores toman la ciudad esa tarde, en San Francisco El Real el tiempo se detiene. A las ocho y media el Santísimo Cristo de la Expiración -”uno de los Titulares de la Cofradía del Silencio realizado por Rafael G. Irurozki en el primer tercio del s. XX-” presidirá un Vía Crucis en el interior del templo capuchino. Un coro de mujeres de Villalobar cantará las estaciones a la leonesa (ya saben, arrastrando la voz e impostándola nasalmente) y los hermanos más rigurosos de nuestra Semana Mayor irán apostándose frente a catorce cruces que se ubican alrededor del templo. Una cruz alzada y dos ciriales irán marcando el camino. Al finalizar los rezos, se celebra un solemne besapié ante el Titular. En León -”aunque escondida en ocasiones-” hay otra Semana Santa: la de ayer, la de los silencios, la de los rezos bisbiseantes, probablemente la de los recuerdos añorados por algunos. Al fin y al cabo, así debe ser. Esa es su grandeza. En León caben todas las semanas santas.

A las ocho de la tarde y de la iglesia más papona de la ciudad, la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad, saca a sus dos Titulares (Angers, s. XVI y anónima del S. XIX) junto con la Virgen de las Lágrimas (Manuel Gutiérrez, 1952) en una procesión exclusivamente mariana y que, desde sus inicios, ha llenado las aceras por un recorrido distinto, corto, ameno y sentido. Cada paso llevará su banda. Las largas filas de hermanos y hermanas de cruz -”esas casi desaparecidas de la Procesión de los Pasos-” acompañarán una procesión que se ha tornado ya en una de las clásicas de nuestra Semana Mayor. Ya saben. Las salidas y entradas de las procesiones negras son un buen momento para presenciarlas entre un gentío que se agolpa a las puertas de las iglesias mezclándose con los hermanos. Si prefieren, no obstante, vivir otras sensaciones, acérquense a la plaza de las Concepciones. Allí nuevamente el Grupo Andadura cantará, con velas en la mano, a las tres Vírgenes que -”seguro-” esbozarán una sonrisa agradecida.

La primera luna llena de primavera que el lunes se asomó a nuestro cielo despedirá la noche. Los sueños solo acabarán de comenzar...

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