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EL OJO DEL PAPÓN

La mejor música, el silencio

Publicado por
JORGE REVENGA
León

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No me digan ustedes que no están encantados de ver la ciudad repleta. Y de este veranillo adelantado del que hemos disfrutado en estos días (a pesar de algún aguacero). Ya sé que las previsiones no son muy benignas pero debemos conservar la esperanza. Para un papón, que su procesión se quede en casa por la lluvia es uno de los mayores disgustos que puede recibir en la Semana. No mentemos, por tanto, la soga en casa del ahorcado. Olvidémonos del tiempo. Desgraciadamente, es el único elemento que escapa al control de las hermandades.

El miércoles, cuando la ciudad ya está casi de asueto con los cuatro días que tenemos por delante para el deleite, en León se da la paradoja de convertir unas calles ruidosas por la fiesta en silencios apabullantes. Es cierto que algunos tendrán que trabajar en Jueves Santo por esas extrañas imposiciones que llegan desde una Junta de Castilla que siempre en Semana Santa legisla olvidando que es la Comunidad que más semanas santas tiene declaradas de interés turístico internacional (cinco), tres de interés nacional y hasta trece de interés regional. No lo entendemos. Y mira que lo intentamos.

El itinerario del atajador debe empezar inexorablemente por la Procesión del Silencio. La cofradía del mismo nombre saca en procesión a Jesús de Medinaceli (copia hecha por Asorey en el pasado siglo) y el Cristo de la Expiración (Irurozki, primer tercio del XX). Entren en la iglesia de los capuchinos (a las 20. 30) y abran muy bien los ojos; pero sobre todo, los oídos. Escuchen las horquetas en el enlosado del templo. Las tabletas y matraca para dar las órdenes a los braceros; la estremecedora ronda que marca el inicio del rezo del Credo de los Apóstoles y, ya en la calle, la oración con voz grave que hace enmudecer las aceras. Podrán, más tarde, si lo desean, acercarse al canto de la Salve en la plaza de la Inmaculada (sobre las 21, 15) o esperar -”también dentro del templo franciscano-” a que se recoja uno de los cortejos más sobrecogedores de nuestra Semana Santa. Es probable que los crucíferos que discurren por la ciudad les evoquen, más que nunca, la Semana Santa más genuina.

Pero el miércoles también tiene otros cortejos. A las ocho de la tarde parte la estación de penitencia de la segunda de las cofradías exclusivamente femeninas de la ciudad, Agonía de Nuestro Señor. Desde el templo de Santa Marina sale un Cristo cayéndose por el peso de la Cruz, Jesús del Vía Crucis (José Ajenjo, 1997). El tamaño pequeño de esta procesión aconseja verla en calles estrechas, por el Barrio de la Altas Torres si no queremos perder su perspectiva. Es cierto, sin embargo, que pueden acudir frente a San Isidoro sobre las nueve y media de la noche, momento en el que el coro Antonio Valbuena recibirá la procesión con su música.

De las Benedictinas parte también a las ocho y media la Procesión de la Virgen de la Amargura (anónima del XVII). La Real de Minerva y Vera Cruz saca su Lignum Crucis (s. XVII, en donde se enclava un relicario con una astilla de la Vera Cruz de Cristo), Santo Cristo Flagelado, del Amparo y de la Caridad (1998), Nuestro Padre Jesús de la Humildad y la Paciencia (1991, remodelado en 2010), Nuestro Señor Jesús de la Salud (2001), las tres obras del imaginero leonés y papón Manuel López Becker. Completan este clásico cortejo un Cristo del Desenclavo del XVI y Nuestra Señora de la Vera Cruz (Talleres de arte sacro de Olot del XX). Probablemente, la bajada por la Ancha y el contrapunto de la Rúa aportan dos visiones absolutamente distintas pero imprescindibles de esta estación de penitencia. Tras saborear la procesión en calles amplias, aprecien la visión del cortejo en la estrechez de la Rúa y saboreen los olores del incienso.

Los hermanos ferroviarios quienes ayer escenificaron el perdón de una rea, organizan por su barrio un Vía Crucis con el Cristo de la Esperanza (s. XX). El Grupo Andadura aportará la forma leonesa de cantar. Si lo desean, puede ser una buena forma de estrenar la prolongación de Ordoño II para acercarse a atisbar, al menos, alguna de las estaciones rezadas.

A las doce en punto de la noche, cuando el miércoles pierde su nombre, tienen dos citas que también serán de las que no les dejarán indiferentes. Una con la historia y la poesía por el barrio de Santa Marina; la otra, con el Vía Crucis más solemne y bello de cuantos se celebran en León.

En Santa Marina, las antorchas iluminarán un recorrido que hará sus paradas en San Pelayo, Corral de Villapérez, plazas de San Alvito y Espolón e Iglesia de Santa Marina. En ellas, Taurino Burón Castro y Sarita Alvarez Valladares nos narrarán -”a buen seguro-” muchos sucesos rescatados de nuestro pasado. Es sin duda este recorrido, otra manera de hacer Semana Santa. No serán muchos los que acompañen a la Cofradía del Desenclavo organizadora del acto pero los que lo hagan, no se arrepentirán.

A esa misma hora en San Marcelo, la copia del Cristo de los Balderas (realizada por Amado Fernández en 1969 de la original de Gregorio Fernández de 1631) será llevada entre los hombros y brazos de los hermanos de la Cofradía de las Siete Palabras. Impresionantes son la salida (00,00 h.) y la llegada (sobre las 2,30) en la que se interpreta la marcha La Madrugá entre silencios y velas humeantes. No se pierdan la subida por Las Cercas ni la ofrenda floral que los hermanos hacen a la Virgen del Mercado sobre la 1,30). Si siguen su recorrido, les parecerá haber estado en otro siglo. Sueñen. De momento, nadie lo ha prohibido.

A pesar de tanto derroche de actos y procesiones, aún queda mucha semana santa aunque parezca mentira por el buen numero de sensaciones que ya llevamos en nuestros corazones..

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