Toda una tarde en Regla

Parece mentira. La Semana se nos ha escapado como el agua en una cesta. Además, muchos actos se han visto deslucidos, acortados o suspendidos por la lluvia. Aunque no se lo crean, para un papón no hay mayor penitencia que tener que quedarse en casa. Mi memoria no alcanza a recordar una Semana Santa tan lluviosa. Y miren que para esto de la Semana Santa tengo memoria-¦

Sea como fuere, real o soñado, a buen seguro aún tendrán sus retinas iluminadas por los faroles del Viernes Santo. En sus pituitarias llevarán -seguro- las generosas bocanadas de incienso. Háganme caso: apuren estas pocas horas que nos quedan. Tempus fugit. Y en Semana Santa mucho más aún. Pero no se desanimen. Hoy tenemos tres cortejos para el deleite de quienes desean vivir otro día más la Semana Mayor leonesa.

A las cinco menos cuarto, la Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo -”con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide-” saldrá del Colegio Leonés (frente a su sede canónica, Santa Marina). Muy pronto llegarán a unas Clarisas -escondidas- que esperan a la María Santísima del Desconsuelo (Jesús Azcoitia, 1998) para cantarle una salve. Con Landázuri casi vacía, es un momento digno de llevarlo en la memoria. Este año, por esa sana costumbre que tenemos en León de realizar obras en plena Semana Santa -”para desesperación de los fotógrafos y desánimo de visitantes-” el acto del desenclavo se celebrará ante la Catedral sobre las seis de la tarde. Allí, las hermanas que portan a la Virgen cantarán La Adoración de las Llagas mientras los hermanos desenclavadores descenderán a Cristo (Manuel López Becker, 2000) con un mimo y devoción dignos de encomio. En seguida, colocarán a Cristo muerto en el catafalco para continuar la procesión a la que se incorpora una Piedad de Olot del primer tercio del siglo XX. Las Agrupaciones de la Cena y Banda de Música del Dulce Nombre, entre otras, harán de esta procesión un deleite para los oídos.

Una vez acabado el acto, podemos tomar un pequeño y corto refrigerio y esperar la salida de la procesión Camino de la Luz. Los hermanos del Santo Sepulcro-Esperanza de la Vida, los de la larguísima trasera del capirote blanco emparentados con los Caballeros del Santo Sepulcro de Jerusalén, simbolizan el descenso de Cristo a los infiernos en su paso El Hombre Nuevo (Vicente Marín Morte, 2002) en el que también llevan el Agua y el Fuego elementos alegóricos de la resurrección. Su bello Cristo Titular -también del conquense citado, 1996- abrirá un cortejo que celebrará la Vigilia Pascual en el Templo del la Luz en su recogida (sobre las 11 de la noche). Por su camino dejarán el fuego pascual en San Martín y en las Concepciones. Su Agrupación Musical, que ha experimentado una notabilísima mejoría en los últimos años, debe ser un elemento más para el deleite: disfruten con sus notas de oración.

En el mismo momento en que la presidencia de esta procesión emboque Mariano Domínguez Berrueta, ya se hará presente por Puerta Obispo el guión de la Hermandad de Jesús Divino Obrero. El clásico cortejo de la Soledad, que antes daba nombre al penúltimo día de la Semana, llegará fiel a su cita. Los hermanos del Ejido junto con los de las Siete Palabras (hermanados oficialmente el pasado año) llevarán al Santísimo Cristo de la Paz y la Misericordia en su Traslado al Sepulcro (Angel Martín, 2004), la Santísima Cruz de la Esperanza (José Luís Casanova, 2002), a San Juan (Jesús Iglesias, 1994) y las ya clásicas Tres Marías. Si quieren percibir de cerca este cortejo hasta casi tocar las imágenes con las manos, vayan hacia Varillas, Cardiles o Platerías. Eso sí. Atiendan y obedezcan los consejos de los seises. Hay lugares en los que sólo caben los papones. Cuando el cortejo se encierre, ya en noche cerrada, muchos hermanos de la túnica blanca y el capirote morado velarán casi toda la noche para preparar la procesión que al día siguiente, a las ocho y media de la mañana, despertará al barrio y que acercará la Semana Santa a un final que se atisba, aunque parezca mentira, soleado.

Es muy probable que tengan una pequeña sensación de tristeza. No se preocupen. El Domingo nos esperará entre sonrisas. Descansen. Habrá que volver a madrugar si queremos vivir intensamente los últimos momentos de una Semana Santa que en unas pocas horas solo quedará en nuestro recuerdos.