Diario de León

PAPONA DE ACERA

El toque del milagro

León

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A las 10 de la mañana comienza el trajín en casa de las benedictinas. A las 10 de la mañana se rompe la vida contemplativa y el mundo entra en el convento de las Carbajalas, antaño cerrado a cal y canto y enrejadas sus ventanas, cuando la clausura era voluntad impuesta. Allí, en la vieja plaza del Grano, la que conserva en la ciudad los vestigios de aquel León de piedra y adobe de cuando fue poblachón antes que urbe. Allí, a las 10 de la mañana, Ramón Prieto, el abogador de Ella, de María de Nazaret, de la Virgen de la Redención, la bautizada como Divina Gracia, la gran obra del imaginero Antonio José Martínez, despojará su sencillez y trajeará a semejanza de mujer leonesa enlutada, con su vestido de abalorios y el manto negro, y pondrá sobre su cabeza la corona de plata para ser reina.

Cuando den las 12.30, habrá empezado a llegar ya a Santa Nonia la otra marea de los negros , que siendo del Dulce Nombre de Jesús Nazareno no tiene ningún hombre pues son las mujeres de Jesús, las manolas del Nazareno las que celebran cónclave.

Y así, entre preparativos y reuniones llegará la tarde. Y la tarde tiene nombre leonés y esencia andaluza. Porque el Sábado de Pasión, León se viste de Sevilla. Capillos que son capirotes de un metro de alto, pasos pujados a dos hombros, bandas interpretando marchas del sur, pasos enmarcados en faroles y farolillos de plata y brillo.

La tarde es del Sacramentado, de la Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad Amparo de los Leoneses. Sonarán en la basílica de San Isidoro los ritos de promesa, silencio y oración, reservados sólo para los hermanos y hermanas de la cofradía. Y la Coral Isidoriana, recibiendo a los pasos en la plaza. Justo a la hora, las seis de la tarde, en la que dicen que cambiará el tiempo y el sol se pondrá a cubierto aunque no caerá ni una gota y la ciudad seguirá de primavera, a 18 grados que parecerán casi 22.

A esa hora, irá por la calle Sacramento la Virgen de la Piedad y el Milagro, este año la primera, que la cofradía rinde así honor a una talla que cumple diez años, dejándola salir la primera y recogerse la última, bien entrada ya la noche, mientras el Cautivo y la Esperanza se inclinarán a su paso.

Los otros protagonistas de la Semana Santa leonesa, los espectadores que son mucho más que eso, que son papones y paponas de acera, hermanos y hermanas sin túnica, atajadores y atajadoras que recorren la ciudad siguiendo las procesiones, habrán atajado de calle en calle, de ahí el nombre, buscando un hueco para escuchar la música divina de la banda del Cristo de la Victoria, detenida en la capilla que lleva ese nombre y donde dicen que vivió el centurión Marcelo antes de ser mártir y santo, con su esposa Nonia y sus doce hijos, que desafió a Roma con su fe. Si se pone atención, se oirá el emocionante toque de llamador, una petición a la Virgen del Milagro que hacen las braceras durante toda la procesión. Y dicen que no hay petición que la Piedad no haya concedido.

Si se vuelve a las Carbajalas, la Redención rinde culto a uno de los más bellos Cristos de la Semana Santa de León. Es el besapié al Santo Cristo de la Redención. Un rito que este año observarán con devoción el abad honorario, Manuel Avilés, y un grupo de cofrades, estos sí cofrades que no papones pues son leoneses de corazón, que se inspiran en la Redención para fundar una cofradía en Palma de Mallorca.

Antes de que se ponga el sol, la Cofradía Santo Cristo de la Bienaventuranza llevará a los leoneses a otros tiempos, de recogimiento y emoción. Y dejará que el trío de capilla Legio VII recupere en el Vía Crucis el acompañamiento utilizado desde el siglo XVII en las procesiones de todo el país. Una tradición centenaria que León olvidó y que será, en la noche del Sábado de Pasión, otro toque de milagro.

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