La procesión de la Dolorosa abre la Semana Santa de León

A las ocho y media de la tarde se abrieron los portones y apareció, majestuosa, la Virgen solitaria. A hombros de sus braceros, como cada año en primavera, sale la Madre entre el clamor popular y las arrebatadas campanas de la Iglesia del Mercado. La procesión de la Dolorosa, una talla de madera de peral anónima del siglo XV, muestra el dolor de un madre rota, con el hijo muerto en sus brazos. En la calle ya es Semana Santa, huele a cera ardiendo de velas portadas por miles de mujeres, que acompañan a la Madre en su dolor por las calles de León. «Ojalá que no llueva» era la frase más repetida ayer en la plaza del Grano, donde una multitud se congregó un año más para ver salir, como cada año, a Nuestra Señora del Camino y escuchar la Salve de las madres Benedictinas en el Monasterio de Santa María de Carbajal. Tras los rezos, la Dolorosa enfila la calle Escurial arriba a hombros de sus braceros. Durante todo el recorrido las mujeres aceleran el paso para acercarse a la Virgen. Frente a la capilla del Cristo de la Victoria, en una calle Ancha abarrotada, se escuchan las plegarias del Coro de las Escuelas Municipales mientras los braceros detienen el paso. Devoción y admiración. Rezos y peticiones a una Virgen triste y afligida, con Cristo ya sin vida en su regazo. Retumban los tambores, comienza la Semana Santa en un León.