La Redención y Ella
Con el último rayo de luz del día y los focos de televisión, ante la mirada iluminada del imaginero y asombrada de miles leoneses, salió por primera vez a la calle Ella, la Virgen de la Redención, la Divina Gracia. En el patio de las Carbajalas, la cofradía de la Redención se rindió a su ‘creador’, el escultor jienense Antonio José Martínez. Él fue el encargado de dar los tres toques para que los braceros llevaran a hombro a la Virgen. Ataviada con el vestido de abalorios y el manto negro, a semejanza de las mujeres enlutadas de León, el imaginero que nunca imaginó tal vez tanto, ni siquiera intentó contener su emoción. «¡Va como una Reina, como la Reina de todas las Madres!». Y qué más decir. León en cambio calló. En absoluto silencio, reverenció a la nueva talla de la Pasión leonesa, esa a la que los fieles van a ver cada día, en otra procesión, a la iglesia de San Marcos. Belleza, divina inspiración de imaginero. Mientras la banda de Angustias dejaba oír La Saeta , con la última luz de un domingo de Redención, la ciudad se redimió en Ella.