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DE CARA A LA CRUZ

Dejad que los padres se acerquen a mí

León

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Pocos niños se van a quedar hoy sin pies ni manos. Si acaso, algún mayor, afanado en hacer frente al maligno, que reside estos días no en el Averno sino más bien en la cuenta bancaria, y que por procurar a la gente menuda de la casa el estreno de rigor para esta mañana, bien puede haberse dejado las pestañas en la oficina, que por desgracia en la obra ya no es el caso.

Huele el Domingo de Ramos a almidón de ropa recién planchada por la mañana, a oblea comprada en la Plaza de Botines, a limonada y tapa y un poco a incienso, aunque eso es más bien para la tarde.

Primero por la mañana, la cofradía del barrio ferroviario, que ya tiene cliente para el Perdón de Martes Santo, hace un calentamiento previo esta mañana con Los Ramos. San Francisco de la Vega estrena el turno procesional con un cortejo corto pero emotivo, al que se suma medio barrio del Crucero.

Pero el grueso de la sesión matinal se concentra en Botines. A mediodía (que siempre acaba siendo las 12.15) el obispo y Las Palmas se hacen uno, al ruego de la máxima autoridad eclesiástica en la diócesis. «¡Niños, levantad las palmas al cielo!». Lo verá este año la nueva talla añadida al paso de La Borriquilla, al que se acercan los niños y también los padres. Buena cosa esta última.

Ocurre lo mismo con el arranque de la sesión vespertina. El Cristo del Gran Poder (del Gran Llover llegaron a decirle hace años de tanta mala fortuna que acumuló con las nubes) hoy regatea el fario malo y disfruta de un cortejo que se anuncia divertido para los más pequeños y entrañable para los más mayores, que de todo hay y mucho en él colectivo de Las Trinitarias.

El Dainos, y su recuerdo del León de antaño toman la calle a partir de las 19.45 horas. Tuvo el arriba firmante hace años el placer de contemplar el silencio imponente con el que la cofradía del mismo nombre trataba de envolver sus instantes previos. Dos teléfonos móviles que el diablo guarde en su memoria rompieron la magia del momento. Sea hoy la hora de la revancha.

Para el cierre quedan los tres toques en la puerta de Las Carbajalas que abren la procesión en rojo y negro por excelencia. Nuestro Señor Jesús de la Redención levanta su cruz al cielo. Jesús de la Misericordia eleva la admiración a la categoría de homenaje y después aparece ella. La Divina Gracia y su cara angelical cierran la procesión por tercer año consecutivo. Grandísima adquisición la de la penitencial de San Martín que guarda para sus hermanos uno de los momentos más intimistas de la semana de Pasión: el silencio y el recogimiento.

Hoy, con el final del día, la Semana Santa da la vuelta a la esquina y entra en la recta final a cuya conclusión se barrunta el cierre. Calma. Es larga todavía la caminata y hay mucho que andar. Apenas se habrá consumido un tercio del calendario.