DE CARA A LA CRUZ
De los que relucen más que el sol
Silencioso y cargado llega al calendario el Día del Amor Fraterno. Jueves Santo. ¡Santo jueves!. El primero de los tres en el año que relucen más que el sol. O por lo menos eso aseveraba el dicho hasta que el Corpus Christi tuvo que mudarse a domingo para poder mantener el número en rojo.
De azul viste la mañana el Santo Cristo de las Bienaventuranzas. Lleva su pregón tricolor en rojo, blanco y negro a la Catedral a las 11.00, hora y media antes de que Julia Conejo, hermana de Las Siete Palabras suba a lomos de corcel el suyo en la Plaza de San Marcelo a partir de las 12,30.
La sesión de la tarde se tiñe de verde para recibir a María del Dulce Nombre. Las Marías habrán soltado nervios antes por la mañana en el patio de los Capuchinos, con la sesión de tallaje y las pruebas correspondientes antes de poner en la calle el cortejo femenino leonés por excelencia.
Santa Marta cubre de rojo y blanco el empedrado de la zona centro para dar cobijo a su majestuosa procesión de La Sagrada Cena. Imponente el paso del mismo nombre y angelicales los sonidos de la Agrupación Musical de la que se enorgullece la hermandad y León entero.
Negro y plata se funden al unísono en La Despedida del Gran Poder, que lo es en los dos sentidos. Las Trinitarias abren el portón por última vez este año y Las Marías salen al encuentro de los hermanos del Cristo y La Virgen de la que toman los primeros el nombre y con los que se cruzan en la plaza de la Catedral.
A Santa Marina se le tiñe el cielo de burdeos y negro. Los hermanos asisten al Enclavamiento las Clarisas al Desagravio en el interior de su convento. El Oficio de Tinieblas debiera verse al menos una vez en la vida (palabra).
Se hará medianoche después, y la voz sin par de Juan Carlos Saurina silenciará San Marcelo. «¡Levantáos, hermanitos de Jesús, que ya es la hora!» La Ronda inicia su peregrinación nocturna y demuestra al mundo el primero de los argumentos para la concesión del título de evento de interés turístico internacional, que tanto escuece aún en Castilla, que tan merecido tiene León. Bien sabe Dios que a orillas del Pisuerga hay quien quisiera que Cristo diera nuevas pruebas fehacientes de su resurrección. No por un acto de fe, que va. Por quitarle a León la celebración del Viernes Santo. Satán dejó mucho hijo no reconocido. Una pena.