Diario de León

Santo Entierro, el origen y la historia

La alternancia anual de las cofradías de la Vera Cruz y Nuestra Señora de las Angustias y Soledad para la organización de la solemne procesión del Viernes Santo es una de las peculariedades de la Semana Santa.

Todas las autoridades que pujaron este año, en una foto de familia antes de tomar el paso.

Todas las autoridades que pujaron este año, en una foto de familia antes de tomar el paso.

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gonzalo márquez | león
León

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La procesión del Santo Entierro de León presenta como peculiaridad la de ser un cortejo organizado y protagonizado por dos cofradías. Si es año, que es par, par fue Nuestra Señora de las Angustias y Soledad la encargada de su realización, es en los impares cuando la Real Cofradía del Santísimo Sacramento de Minerva y la Santa Vera Cruz deba cumplir con la misma obligación. El hecho de turnarse las citadas hermandades tiene su origen pactado en 1830.

Las dos cofradías, Vera Cruz y Angustias, estaban instituidas en los monasterios de San Francisco y Santo Domingo. Ya en el siglo XVI la Santa Cruz organizaba la procesión de disciplinantes el Jueves Santo, siendo durante la noche del Viernes cuando las Angustias salía en el cortejo de la Soledad. En 1628 la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad de la Madre de Dios acuerda reunirse con «la Cruz» para «reprenderles» por hacer otra procesión el Viernes Santo, recordándoles que debían realizar únicamente el cortejo de disciplina el Jueves «(...) y el Viernes siguiente de las Angustias y Soledad de la Madre de Dios del convento del Señor Santo Domingo (...) para que se guarde la costumbre que siempre ha habido en las dichas dos procesiones de salir cada una de por si y en diferentes días (...)».

En la reunión los cofrades de Angustias también sugieren la posibilidad para que los hermanos de estas congregaciones asistan juntos a las procesiones de ambas. No sabemos como trascendió el hecho, pero podemos afirmar que desde 1663 comienzan abundantes noticias que señalan a la Vera Cruz como organizadora de la procesión del Entierro, saliendo de San Francisco, y por otro lado la hermandad de las Angustias, continuaba ejecutando el cortejo de la Soledad, desde Santo Domingo y tras finalizar la del Entierro. Esta procesión se verificó por la Vera Cruz hasta 1808, ya que con la entrada en León de las tropas francesas las cofradías y sus actos son suspendidos, hasta que el 3 de marzo de 1812, el Ayuntamiento de la ciudad instará al abad y seises de la citada hermandad a reinstaurar este cortejo, el más solemne tal y como se afirma, en la documentación del Archivo Histórico Municipal, algo que la cofradía no podía hacer. Así los regidores toman la decisión, el 13 de marzo, de organizar una «Solemne Procesión del Entierro de Cristo y Soledad de María con Sermón (...)». Para ella se decide tomar el paso del Santo Sepulcro que la cofradía de la Cruz tenía guardado en el Monasterio de Santa María de Carbajal, así como la Virgen de la Soledad, una de las titulares de la congregación de las Angustias, en esta ocasión guarnecida en la capilla de Santa Nonia. Por lo tanto, este es el germen o primer paso para el futuro acuerdo tomado por ambas cofradías en 1830.

Hay que tener en cuenta que el manuscrito original del acuerdo en 1830 no se ha encontrado. El texto con el que trabajamos es una copia notarial realizada por el escribano Felipe Morala Rodríguez el uno de marzo de 1831, siendo encargada por José Gutiérrez, abad de la «Cofradía de la Santa Vera Cruz sita en el real Convento de San Francisco y sus agregadas de San Blas, San Fabián y San Sebastián, Nuestra Señora la Nueva, Santa Gertrudis y Santo Cristo de la Victoria», con destino a ser entregada al abad de las Angustias, y por tanto esta copia pertenece y es bien conservada actualmente en el archivo de la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad.

El texto de 1831 consta de la recopilación de varios documentos que comienzan, el uno de marzo de 1830, con la solicitud de consentimiento a las autoridades religiosas por parte de los abades de la Vera Cruz, Valeriano Gallego, y de las Angustias, Gregorio Canseco, quienes, «(…) han firmado el adjunto pliego de condiciones, ósea concordia para verificar en unión el día del Viernes Santo por la tarde la procesión que en memoria del entierro de N. S. J. se ejecuta todos los años, (…) en cuya atención Suplican a Ustedes se dignen aprobar dichas condiciones o concordia y mandar caso necesario suprimir la salida de efigies de una u otra cofradía, que no tengan conexión con el Misterio ha que se dirige tan solemne acto». A continuación se presentan los capítulos de lo convenido «(…) para la procesión general que ha de celebrarse el Viernes Santo por la tarde de cada año en memoria del entierro de Nuestro Señor Jesucristo. (…)» Quiero reincidir aquí como se expresa con claridad que la procesión será realizada por las dos cofradías unidas, así como en el carácter declarado de «procesión general». Así, desde el comienzo se presenta la voluntad de ambas partes para que el cortejo goce de la mayor solemnidad al unir estas sus medios humanos y económicos para alcanzar tal fin.

Puede que haya diferentes puntos de vista, e incluso interpretaciones preconcebidas que señalan el acuerdo como la solución a un problema histórico, pero en 202 años desde la protesta de la cofradía de las Angustias en 1628, hasta 1830, no hay ningún documento que manifieste ningún conflicto entre ambas hermandades de penitencia, y el Archivo Histórico Municipal, nos ha clarificado ampliamente este periodo, como el Ayuntamiento asistía a ambas procesiones.

El documento que acordaba la reunión de ambas hermandades para celebrar la procesión del Santo Entierro contiene siete cláusulas, donde se establecía que «(...) saldrá la procesión de la cofradía de las Angustias reunida con la de la Cruz con las Imágenes acostumbradas, esta concurrirá con los atributos de la sagrada pasión, banderas, luces, insignias y demás en que se quedan convenidas las dos Cofradías, sin que cause estado para lo sucesivo en razón de la antigüedad, y privilegios que cada una respectivamente tenga, pagando los dineros en este año, y demás que salga y tiene de costumbre».

El 3 de abril de 1830, la concordia recibe el beneplácito del Canónigo Magistral y Gobernador del Obispado leonés, José Adanez Orduña, quien aprueba «(…) la reunión de las dos cofradías para los efectos que contiene la citada concordia (…).» Aunque aclarando que a la procesión asista únicamente la comunidad religiosa de cuyo convento salga; que en 1831 los abades de ambas se reúnan con el guardián franciscano y fijen una cantidad por las molestias causadas a los frailes. Respecto al sermón de la Soledad, deberá ser predicado en la iglesia del convento desde donde se organice el Santo Entierro. Finalmente dispone que se realicen y entreguen las pertinentes copias del documento a las dos comunidades.

El acuerdo se ha variado con los años, los problemas económicos de la Vera Cruz durante el sigo XIX, se manifiestan en 1882, cuando su abad se niega a pagar lo que le corresponde para los portadores de los atributos de la Pasión en la procesión del Santo Entierro de aquel año. En 1888 la cofradía inicia la redacción de unos nuevos estatutos, que quiere examinar la hermandad de las Angustias a fin que no le causen perjuicio. Ambas cofradías también revisarán la Concordia de 1830 por caer en desuso muchos de los artículos allí establecidos, llegando a un acuerdo para establecer que cada año se hiciese cargo una de las dos cofradías de la procesión del Santo Entierro, tanto a nivel de costes económicos, como organizativos, abandonando ambas el compromiso de sufragar la mitad de los gastos de cada procesión.

Fue entonces cuando dejaron de salir ambas cofradías reunidas y cada una pasó a organizar la Solemne y Oficial procesión del Santo Entierro alternándose según sea año par, en que la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad sale de la iglesia de Santa Nonia, y año impar, el presente, cuando parte de la plaza de Nuestra Señora del Camino, la del grano, el Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo.

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