Diario de León

la ancestral procesión de león se adapta a nuevos tiempos y exigencias

Los pasos, los pesos y los posos

La lluvia obliga a recortar buena parte del desfile procesional más importante de León pero permite estrenar El Encuentro con gradas.

El momento central de la celebración de la procesión de Los Pasos se vive en la Plaza Mayor de la capital. SECUNDINO PÉREZ

El momento central de la celebración de la procesión de Los Pasos se vive en la Plaza Mayor de la capital. SECUNDINO PÉREZ

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miguel ángel zamora | león

Reza la teoría que es el primer viernes después de la luna llena posterior al equinoccio de la primavera. Mentira cochina. Viernes Santo es el día con más probabilidades de lluvia de todo el año (casi de todo el lustro) y lo mejor que puede pasar es que, como este año, con retrasar una hora la salida de la procesión, se pueda salvar la cita. Ni Concilio de Trento ni gaitas. La realidad es la que es.

A Dios gracias, con acortar el recorrido sirvió. Grandiosa idea. A lo mejor había que convertir la excepción en norma. La mastodóntica procesión de Los Pasos no pisó la calle hasta las 8,30 de la mañana pero a las 15.00 horas la cabeza del cortejo ya estaba llegando a la catedral de Santa Nonia.

Fue después de las angustias de la Junta de Seises, que por momentos estuvo de un pelo de jugarse a cara o lis si poner en la calle el desfile procesional o no. «¡Es vuestra, disfrutadla!», exclamó alborozado a los papones expectantes el viceabad Antonio Marne Santamaría cuando hubo fumata blanca. A esa hora se había decidido hacer El Encuentro en versión express y recortar después por la calle Ancha para enfilar directos a Santa Nonia.

VENIDOS ARRIBA

En lo que salió el primer rayito de sol, JHS se vino arriba y recuperó el recorrido por Santo Martino. Para ese instante ya había primado la cordura y se había decidido que desde el Cid se buscaría el camino más corto hasta el final. Al abad, Alfonso Escapa, la camisa volvió a llegarle al cuello.

Majestuosa la irrupción del grupo en la Plaza Mayor. La iniciativa de las sillas y las gradas puso a los papones la piel de gallina (de gallo a los hermanos de la Flagelación). Meterse dentro acallaría las críticas surgidas procesión afuera. Palabrita del niño Jesús. Entró el Nazareno en al recinto a los acordes de Reo de Muerte (sublime) y acabó la tradición bajo las notas de Orando al cielo , en loable interpretación de la Agrupación Musical, después de que Madre, Hijo y San Juan cruzaran reverencias. Sólo un globo de Los Minions puso la nota irreverente. Escapó de la mano de su pequeño dueño y surcó los cielos ajeno a todo lo que ocurría en tierra.

El sermón recordó cuánto pesa la cruz «para los exiliados, para los parados, para las maltratadas y para cuantos sufren la soledad». El descanso llenó de tortilla rica el estómago de los monaguillos y la aparición en Botines llenó de esplendor la mañana. A reventar el aforo y con los rayos de sol en pleno fulgor.

ALMOHADILLAS Y BRAZOS

De ahí en adelante, la procesión notó el peso de los tronos y el paso de los años, que no perdona y dobla las rodillas en buena parte de las varas bajas de los pasos de tradición. Y el poso de la costumbre, que prefiere aquello de mantener la almohadilla del progenitor antes que la que procede cuadrando la altura del compañero. Cosas que pasan.

Antes, a la altura del parque del Cid, al abad le habían dedicado los braceros de su paso de toda la vida unos instantes de sentimiento y unas flores arrebatadas trono arriba a golpe de salto desde las mismísimas varas. La procesión de este año había creado un nuevo personaje a esas alturas de la tarde: el Hermano Scalattore .

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